¿Enumerar periódicamente los motivos por los que me podrían despedir y obrar en consecuencia?

Prestar constante atención a la situación y expectativas de nuestro empleador, focalizando nuestra actividad al cumplimiento de dichas expectativas contribuye a la estabilidad de nuestro empleo, pero seamos conscientes de la existencia de factores ajenos que pueden influir sobre dicha estabilidad.

En gran medida mantener nuestro empleo puede depender de nosotros.  

Es importante no perder de vista los motivos por y para los que se nos asignó nuestro puesto de trabajo, las expectativas que se depositaron en nuestro rendimiento y las situaciones por las que atraviesa nuestro empleador en cada momento, adaptando nuestra actividad y rendimiento a cada situación, de forma que nuestro empleo sea viable en cada caso.   

Para conseguirlo, la mayoría de expertos coinciden en apuntar a dos de las virtudes profesionales mas apreciadas en estos momentos por los responsables de gestión de recursos humanos. Por un lado. la "actitud proactiva" y por otra, el "engagement" o compromiso que el empleado tiene el empleador y sus expectativas.

La actitud "proactiva" se puede definir como aquella en la que la persona asume el pleno control de su conducta vital de modo activo y constante. De esta forma, toma la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas para mejorar, entre otras facetas de su vida,  su entorno laboral, la satisfacción de su empleador y, por tanto,  la viabilidad de su puesto de trabajo.


La proactividad no implica sólo tomar la iniciativa, también supone asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, decidiendo a cada momento qué hacer y cómo hacerlo.  Como en todas aquellas situaciones en la vida en las que tomamos iniciativas y decisiones, asumimos una serie de riesgos que podríamos evitar manteniendo una actitud "reactiva", en la que aceptamos las situaciones que nos rodean y nos conformamos con las circunstancias tal como son.  


Esta actitud "reactiva", menos apreciada, pero, en principio mas segura, nos obliga a permanecer en un segundo plano y aceptar las consecuencias de nuestra pasividad con respecto a las circunstancias que puedan afectar a nuestro puesto de trabajo. Una  actitud "reactiva" no se para a pensar en las circunstancias periódicas de su empleador y como afectan a sus expectativas, por lo que no valora su rendimiento real en cada momento, desconociendo la satisfacción del empleador con respecto a su rendimento en cada circunstancia    


Dos personas que trabajan en un mismo entorno laboral, con responsabilidades idénticas y bajo las mismas circunstancias, pueden realizar su trabajo de maneras muy distintas. Una cuestiona la manera habitual de trabajar si no obtiene los resultados deseados, emprende constantemente nuevas acciones y genera cambios constructivos en su entorno. La otra se conforma con su situación actual y no hace nada para cambiar lo que no funciona o se queja constantemente de su situación o suerte.


La primera persona se comporta de forma proactiva, la segunda, lo hace de forma reactiva.  Lógicamente, la primera actitud encarna un mayor esfuerzo y riesgo, pero es más atractiva para el empleador y nos permite prevér la viabilidad de nuestra posición laboral. 


La proactividad va íntimamente ligada a la teoria del "engagement" o "compromiso con la empresa".  


A estas alturas, las empresas son plenamente conscientes de que su éxito radica en el nivel de compromiso que tiene su capital humano para alcanzar los objetivos y cumplir sus tareas, trabajar en equipo, utilizar su creatividad y esfuerzo extra, así como en la internalización de los valores de la empresa en el quehacer diario.  


Aun siendo cierto, que la creación del vinculo de "compromiso" entre el empleador y el empleado depende en mayor medida del primero,  también esta unanimamente aceptado por los expertos en recursos humanos que, el empleado comprometido es mucho más valorado y más consciente de su situación y futuro en la empresa y de sus posibilidades de mantener su puesto de trabajo.  


En general, un trabajador comprometido conoce las expectativas depositadas en cada momento en su puesto, siendo consciente por ello de lo que debe hacer para obtener los resultados que se esperan de el y alejar al fantasma del despido.


Aún siendo cierto todo lo anterior, la psicología recomienda huir de cualquier obsesión por impedir o evitar cualquier hecho desagradable.  Y uno de los más desagradables que nos puede ocurrir y con el que más fácilmente podemos obsesionarnos, es con perder nuestro puesto de trabajo.


No es recomendable bajo ningún punto de vista obsesionarse con la posibilidad de ser despedido y basar toda nuestra actividad laboral en evitar dicha posibilidad, que además, de ser una posibilidad constante, en la mayoría de losa casos escapa a nuestro control.


En este aspecto, de nuevo se señala a la "proactividad" como solución adecuada para prevenir los temores y el "agarrotamiento laboral" que produce la preocupación constante de ser despedido.  Como señalan los principales expertos en psicología, en aquellas situaciones en las que influyen factores ajenos a nuestra influencia, debemos centrar nuestros esfuerzos en aquellas cuestiones en las que podemos influir permaneciendo atentos a las demas, pero sin prestarles mas atención que la que merecen.  

Frenos habituales
Consecuencias importantes
Cómo llevarlo a cabo
  • Temor a obsesionarnos con la posibilidad de ser despedidos.
    Falta de compromiso con nuestro empleador.
    Evitar las consecuencias adversas que puede tener tomar iniciativas en el trabajo.
    Existencia de circunstancias ajenas a nuestro esfuerzo o productividad que pueden provocar el despido.
     

  • Aumentar nuestras opciones de conservar nuestro puesto de trabajo.
    Anticipar la posibilidad del despido, tomando medidas que atenuen sus consecuencias.
    Asumir nuevas competencias y resposabilidades fortaleciendo nuestra posición en la empresa.
    Enfrentarnos a consecuencias adversas como resultado de la toma de iniciativa.

  • Nunca olvidar los motivos por y para los que se nos asignó nuestro puesto de trabajo.
    Conocer las expectativas que se depositaron en nuestro rendimiento.
    Ser consciente en todo momento de las circunstancias de nuestro empleador en cada momento, adaptando nuestra actividad y rendimiento a cada situación.   
    Tomar la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas para mejorar el entorno laboral y la satisfacción del empleador.

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