En relación a la decisión ¿Reconciliar a la víctima con quien le causó el dolor? esta es una experiencia de de Jorge Ubeda

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Esta es mi opinión personal

Inicialmente pensé que el perdón lo podía todo frente a un trauma familiar durísimo y apoyé procesos de reconciliación. Luego he aprendido que el primer paso no debe ser el perdón sino la búsqueda de la justicia que es la que permite aclarar lo sucedido e imputar las responsabilidades. También es la que pone a salvo a la víctima de posibles culpabilizaciones externas. Solo después del compromiso con la justicia, y de modo no obligatorio moralmente, cabe hablar de perdón o reconciliación. El perdón exige algo dificílisimo aunque no imposible: a pesar de lo pasado, se decide que aquello no cuente en el presente ni en ningún futuro.

Comentarios
Imagen de Concepció Martinez
Viernes, 28 de Septiembre de 2012 a las 12:41

No estoy del todo de acuerdo con su reflexión. Es cierto que a menudo el perdón requiere de un gran esfuerzo, sin embargo creo que es siempre necesario. El hecho de no perdonar sólo causa dolor en aquél que no perdona, que es quien acarrea con el rencor. Usted dice que el primer paso no debe ser el perdón sino la búsqueda de la justicia, pero el término justicia es siempre relativo; lo que para unos es justo para otros no lo es.

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Lunes, 08 de Octubre de 2012 a las 12:21

No creo que el perdón sea necesario, en el sentido de supererogatorio. Es obligada la reparación y la justicia, pero no la reconciliación. Soy un creyente del perdón pero no considero que sea ética y jurídicamente un deber u obligación. Por ello no estoy de acuerdo con la expresión "el perdón es siempre necesario".

Imagen de Carlos Pitillas Salvá
Jueves, 30 de Mayo de 2013 a las 18:11

Estoy de acuerdo con Jorge en que la justicia previene de que la víctima se sienta culpable o responsable del trauma. Este tipo de situaciones nos las encontramos con frecuencia en la investigación y la clínica de personas que han sido víctimas de traumas interpersonales en la infancia (abuso sexual, negligencia o diversas formas de maltrato físico o psicológico). Frente a una experiencia que se vive como carente de sentido y contraria a lo que debería ser natural (las personas encargadas de protegerme producen un daño en mí), a veces la culpa es el único recurso cognitivo para que el mundo mantenga cierto orden (si ha pasado, es porque yo lo produje de alguna forma). Tal vez la justicia sirva, en ese sentido, para paliar este tipo de procesos, que tan negativamente condicionan el sentido de identidad de las víctimas. Sin embargo, en muchos casos, los perpetradores ya no están, o no están dispuestos a ser justos. La pregunta que permanece abierta para mí, como profesional que atiende a personas que han sido víctimas de este tipo de situaciones, es la siguiente: ¿qué tipo de justicia sería suficiente? Por ejemplo, ¿bastaría con que un tercero (por ejemplo, un terapeuta, una pareja, un grupo de ayuda...) reconociera a la persona su estatus de víctima? ¿Puede hacerse justicia de forma meramente "semántica" (sin que intervenga la ley, o se imputen responsabilidades sobre el perpetrador)?

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Viernes, 14 de Junio de 2013 a las 10:46

Carlos, gracias por tus comentarios. Tu pregunta final es inquietante y me la tengo que pensar muy bien. Porque no parece que baste con una "justicia semántica" al menos en el plano objetivo de la ley y de la moral; otro asunto es que sin esa "justicia semántica", que se daría en el plano subjetivo psicológico, no hubiera casi posibilidad de reparación para la víctima: al menos ser reconocido por otro como sujeto de un sufrimiento inmerecido y violento.

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