Necesidad de conocimiento y de soluciones

Tomar adecuadamente las decisiones importantes de nuestras vidas requiere reflexión y conocimiento. El problema es que nunca hemos tenido tanta información como ahora, y a la vez tanta falta de conocimiento. En Internet y las redes sociales abundan los datos, pero falta estructura y filtro, por lo que está dispersa o escasea la necesaria participación de los expertos y la difusión de su conocimiento.

En Internet tenemos una biblioteca, un caudal de información como nunca antes habíamos podido imaginar. Sin embargo, la falta de estructura y filtro en las fuentes, nos lleva a confundir información con conocimiento. Muchas veces, ante una decisión que debemos tomar para solucionar un problema importante, apremiados por la urgencia, nos precipitamos y conformamos con la primera información que nos llega y que nos facilita una respuesta en apariencia coherente al dilema al que nos enfrentamos. La falta de tiempo, los tabús sociales-nos da vergüenza y miedo preguntar- dificultan el necesario proceso de contraste de la información que recibimos. Traducimos  simultáneamente información en conocimiento. Pero la realidad es que nos quedamos a medias, lo que consideramos conocimiento no es más que "pseudo conocimiento" y este último es muy peligroso.

Los expertos -que si tienen conocimiento-y que podrían ayudarnos mucho, no son fácilmente accesibles para la mayoría de las personas. Entre otras razones, porque internet  -y las redes sociales- que son  los principales medios que tenemos  para conseguir ágilmente información diversa, no son espacios -tal y como están hoy en día concebidos- en los que los expertos se sientan confortables para exponer sus ideas y recomendaciones y abrirlas al debate de forma ordenada.

Las redes sociales son ya una realidad arraigada en nuestro mundo y han conseguido logros muy importantes, sobre todo en el campo de la comunicación, la denuncia de la injusticia y la consiguiente movilización. Su estructura  y funcionamiento libre, donde toda opinión es expresada y difundida con el mismo valor, son extraordinarias para la participación de todos, pero dificulta distinguir al experto del que no lo es, prestándose al error, confusión y manipulación. Su estructura (o falta de la misma) complica, cuando no impide, la exposición, conservación  y dialogo abierto  que se podía derivar del conocimiento de los expertos y que  tantos beneficios podría suponer para las personas y la sociedad. Las redes sociales actuales se han construido sobre unos principios y mecanismos de funcionamiento que chocan con  cualquier tipo de priorización del conocimiento  de un miembro sobre otro. Pero el conocimiento que tiene el experto no es el mismo que el del no experto.  Igual que no es lo mismo el de un experto frente a otro. 

También las personas con experiencias relevantes en un tema,  se convierten en expertos en el mismo. Es un conocimiento distinto al del experto, basado en la vivencia personal pero enormemente valioso y que no puede ser sustituido por la teoría o la investigación.  Y no todas las experiencias personales tienen la misma valía, por lo que sufren, al igual que los expertos que tiene un conocimiento elevado, la falta de protección dentro de internet.

Para entender que la exposición del conocimiento a través de las redes sociales  no es fácil ni para los expertos ni para las personas con experiencias valiosas, quizás basta con constatar que en muchas de estas redes sociales el conocimiento no se almacena y en casi todas es difícil de recuperar, diluyéndose todo el que fluye a través de ellas.

El resultado es  una falta de calidad en la  información de base que circula y sobre la que construimos nuestro conocimiento,  derivando  en decisiones que no deberíamos haber tomado; con consecuencias no deseadas y peor asumidas.


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