En relación a la decisión ¿Asociarme a una ONG? esta es una opinión de Luis Aranguren

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Imagen de Luis Aranguren

Esta es mi opinión de experto

Si bien no plantea una visión totalmente negativa respecto de las ONG, el autor cuestiona la eficacia de sus prácticas, como también su rol ético en el tipo de sociedad que vivimos. Por otro lado, también cuestiona que alguna de ellas no consideren los problemas estructurales que existen de fondo.

El experto señala que existen muchos interrogantes de cómo están funcionando las Organizaciones No Gubernamentales. Destaca que en los últimos años se han puesto entre paréntesis la eficacia de las ONGs y su función en el seno de nuestra sociedad.
 
Quizá, recuerda, el toque de atención lo puso uno de los hermanos maristas asesinado en el pasado otoño de 1996 en Zaire. El experto recuerda una carta escrita del cooperante a su familia en España, en julio de 1995, donde ya describe el contexto de cierta ayuda humanitaria: "Todo hay que decirlo, se encuentran por aquí muchos "profesionales" de las organizaciones humanitarias que hacen grandes negocios aprovechándose del dinero y las ayudas enviadas para los refugiados. Han aparecido falsas ONGs que no existían y han recibido grandes sumas que nadie sabe dónde han ido y adónde van. Se ven grandes coches de altos funcionarios de organizaciones humanitarias que cobran salarios de escándalo: hablan de 7.000 dólares mensuales, pero que prácticamente no pisan los campos de refugiados. Hasta de la miseria se aprovecha la gente".
 
Según plantea el autor, para algunos el dolor y el sufrimiento de personas constituye una fuente de negocios nada despreciable; a ello se le une la falta de rigor intencionada en los análisis que se nos ofrecen desde los medios de comunicación convencionales.  
 
En este sentido, el experto se une a la propuesta de J.M Mendiluce que plantea "menos protagonismos al calor de costosas visibilidades. Menos anuncios manipuladores para colocar cuentas corrientes de dudosas eficacias. Más análisis, más reflexión para llegar a algunas conclusiones deontológicas sobre el tratamiento de los horrores".
 
Según Aranguren, estamos corriendo el riesgo de convertir el humanitarismo en una industria de desembarco mediático, que no responde en absoluto a las necesidades reales de las gentes a las que pretende socorrer. En este contexto donde el esperpento mediático se une con la tragedia real de las víctimas, señala, no es de extrañar que personas como Rigoberta Menchú cuestionen el modelo de solidaridad vigente: "la solidaridad cuando es sólo una palabra, nos aburre y ha llegado el momento de pasar realmente a la acción".
 
Aranguren plantea que la solidaridad centrada en campañas de ONG que no se insertan en procesos de acción-reflexión-acción está destinada a quedarse en la superficie de los problemas, sin traspasar el umbral que se interroga por las causas que generan las tragedias que se intentan paliar, y que, desde otro punto de vista, se podrían evitar.

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