Todos hemos guardado algún secreto en alguna ocasión y quizás hemos probado cosas prohibidas. Pero si la salud de un ser querido corre riesgo es más riesgoso callar. Si digo a mis padres que mi hermano o hermana bebe me arriesgo a que se enfade y me considere un chivato, no sé si debo hablar.
Es frecuente que los jóvenes consuman alcohol en discotecas y fiestas. Dependiendo de cómo se haga y con qué frecuencia, hay el riesgo de caer en una adicción al alcohol. Si una persona tan cercana como un hermano o hermana está cayendo en esa adicción, uno se plantea seriamente pedir ayuda a los adultos de la familia, pues se vuelve difícil ayudar a esa persona en solitario.
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El temor de provocar en la persona adicta al alcohol una reacción de rechazo a la ayuda paterna, el temor de perder la confianza de ese hermano o hermana, pueden frenar la toma de esta decisión.
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Cuando uno se siente llamado a actuar según su conciencia, no hacerlo puede provocar un hondo malestar. Pero ciertamente las consecuencias no son fáciles de prever.
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Consultar a otras personas que tengan experiencias similares puede ayudarnos a enfrentar mejor esta decisión.
Opiniones argumentadas
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