Muchos jóvenes continúan viviendo en casa de sus padres durante largos años, e incluso ya en edad adulta, porque no tienen medios para permitírselo o porque sus padres no lo fomentan.
Salir de casa a una edad temprana tiene ventajas, como vivir experiencias nuevas, aprender a tomar decisiones por uno mismo, o salir del “área de confort” que constituye el hogar familiar. Sin embargo el coste económico que suele suponer el irse a vivir a otra casa o ciudad, o el sacrificio personal que supone por amabas partes la separación de padres e hijos son algunas de las desventajas.
Salir del ambiente familiar cuando eres joven puede ser una experiencia muy positiva para la formación, la maduración como persona de ese joven, porque ayuda a “despertar” el instinto de supervivencia. Algunos padres lo pueden considerar arriesgado, no sólo por el coste económico que supone, sino también porque el hijo o la hija pasará una temporada en ambientes desconocidos y sin la seguridad de su habitual protección. En el fondo el temor es que si toma decisiones sin su ayuda, pueda optar por caminos equivocados.