Una subcultura sexual es la de las personas que asocian el sexo con el dominio y la sumisión, con frecuencia incluye el recurso al dolor para aumentar el goce sexual.
En sus formas más extremas estas prácticas se llaman sadomasoquismo, que es considerado una parafilia, pero existen parejas que juegan con esos roles como manera de diversión erótica. Este tipo de prácticas, por su naturaleza, requieren una documentación suficiente para evitar riesgos de salud y psicológicos propios y de la pareja.
La vida sexual, cuando incluye prácticas consensuadas de dominio-sumisión, entra en una dinámica distinta a la que se da entre iguales. De hecho no son infrecuentes en la vida, pero la seguridad de las personas supone tener plena consciencia de lo que se realiza para evitar riesgos y el deterioro de la relación.
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