Hay muchos padres que no lo dudan un instante a la hora de llevarse a uno o varios hijos pequeños en sus salidas a comer fuera de casa para disfrutar en familia. Algunos de ellos se esfuerzan para que los menores no molesten al resto de clientes con sus gritos o carreras por la sala, pero otros se despreocupan como si estuvieran en su propia casa.
Cierto tipo de restaurantes no parecen el lugar adecuado para un niño, aunque algunas familias no lo entienden así y los visitan con frecuencia, hijos pequeños incluidos.
En este delicado asunto se podría clasificar a los padres en dos bandos: los que renuncian a su propio interés y anteponen el bienestar y el derecho del resto de clientes de disfrutar de una comida (sin olvidar que ellos también pagan) sin tener que aguantar ruidos molestos, y los que opinan que nadie le puede prohibir a un niño a comer con sus padres en un local público, sea cual sea su comportamiento.
Opiniones argumentadas
Sé el primero en opinar.