Todos somos iguales ante la ley, en principio, pero también dicen que no hay mayor desigualdad que tratar como iguales a quienes no son iguales. Depende de qué se entienda por igualdad. Hay distintas razones y motivos para argumentar la no discriminación o la discriminación.
Las políticas de discriminación positiva que se emprendieron durante el Estado del Bienestar -en vías de ser desmantelado- buscaban nivelar la igualdad social, pues entendían la igualdad en un sentido amplio: legal y de oportunidades, pero también material y de capacidades. Por eso, una vez dijo la ley que todos somos iguales, había que establecer las condiciones para que esa igualdad fuera efectiva y se discriminó a favor de quien partía con desventaja. La idea es que la igualdad es algo que se desarrolla en todos los ámbitos de la vida y que, por lo tanto, no va a llegar con la mera aprobación de una ley. Pero, por otro lado, se apoya sobre la base de que es el hecho de ser personas lo que nos hace iguales. Es evidente que las personas somos diferentes entre nosotros: tenemos diferentes sexos y orientaciones sexuales, distintos colores de piel, diferencias religiosas y culturales, etcétera. Pero ante todo somos personas y eso hace que la diferencia nos enriquezca porque somos iguales en dignidad, no que unos estén por encima de otros por esas diferencias.
Opiniones argumentadas
Sé el primero en opinar.