En relación a la decisión ¿Educar a los niños sin premios ni castigos? esta es una opinión de Anca Balaj

No

• Anca Balaj
• Educadora infantil y juvenil en riesgo de exclusión social

Esta es mi opinión de experto

La educación es (o debería ser) el proceso mediante el cual se prepara a los niños para la vida adulta. Si de adultos nuestros actos tienen consecuencias (positivas o negativas) es apropiado que los niños asuman esta cuestión desde el principio, para que puedan asumir la responsabilidad de sus vidas Y puedan conducirla de la manera que desean.
No obstante es muy importante que los niños tengan conocimiento de las consecuencias de sus actos con antelación, mediante el establecimiento de normas en la casa, siempre acompañadas de una explicación del porqué de estas normas y las consecuencias que va a suponer el no cumplir cada una de ellas. No debe penalizarse con castigos un acto que el niño no sabe que no debe llevar a cabo, porque lo único que se logrará es frustrar al pequeño y enrarecer el ambiente familiar. Si, por ejemplo, al llegar a casa encontramos las paredes pintadas y le castigamos sin habérselo explicado nunca, el niño que no hizo otra cosa que expresar su creatividad, se sentirá herido, su confianza irá disminuyendo. En esos casos es mejor explicarle por qué no debe hacer este tipo de cosas e implicarle en la limpieza de las paredes.
En cuanto a los premios, nunca deben ser materiales. Las relaciones familiares se basan en derechos y obligaciones, por lo que no se debe comprar con objetos esta colaboración, convivencia o incluso el esfuerzo en los estudios. Sí es positivo premiar con afecto y aprobación, con palabras de orgullo, reforzando de este modo los comportamientos positivos. Más que un premio, es una consecuencia: estás aportando una parte muy positiva en la familia y la consecuencia es que estamos orgullosos de ti.
Otras herramientas educativas que deben aplicarse cuando tienen conductas inapropiadas que no estaban reflejadas en las normas pueden ser el diálogo y la reflexión (averiguando qué es lo que le empujó a ese comportamiento, haciéndole ver la repercusión de sus actos, etc.), contar un cuento con el que pueda identificarse y extraer la enseñanza, o incluso compartir nuestra experiencia como adultos y contarle qué pasó cuando nosotros cometimos el mismo error y de qué manera aprendimos que nuestro comportamiento no era correcto a raíz de las consecuencias que tuvimos que asumir.
En resumen, hay muchas herramientas que ayudan a educar y hay que decidir cuál es la más conveniente en cada ocasión.