Cuando se reza, solemos dirigir a Dios nuestros peticiones. Mirando el escaso número de veces que en realidad se realizan, podemos dudar si Dios está escuchando nuestras oraciones.
Para aquellos que se muestran escépticos sobre la existencia de Dios, una de las pruebas de que no existe son las desgracias que ocurren, frente a las que Dios no hace nada. En este sentido es como si desoyerá las peticiones de sus fieles y permitiera la aparición del mal.
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La persona que cree en un Dios personal, da por supuesto que Dios escucha los pedidos de sus fieles. Y las personas que no creen en Dios, al menos no en un Dios personal, descartan la idea de un Dios escuchando y ateniendo a las peticiones de millones y millones de personas a todas horas, todos los días. Todo ello desemboca en lo que esta decisión plantea: Si uno cree que Dios escucha, ¿por qué no atiende a tanto pedido legítimo? Y si cree que Dios no escucha, ¿por qué algunos hechos solo se explican como respuestas verdaderamente milagrosas a un pedido creyente?
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Esta decisión tiene consecuencias para el tema del mal en el mundo, y para las cuestiones de la ausencia de una respuesta de Dios a las súplica de los inocentes y los milagros que aparentemente no tienen explicación sino como intervención divina en respuesta a una súplica.
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Una profundización de la temática será beneficiosa, que se puede realizar a través de eventos dedicados a la oración, la investigación personal y la lectura de un libro adecuado, entre otros.
3 opiniones argumentadas
- Daniel Cambronero Ruiz de Valdepeñas
- Autodidacta
- Miguel Ángel Fuentes
- Sacerdote del Instituto del Verbo encarnado en Argentina
- Sergio Arturo Córdova
- Profesor de Teología