En relación a la decisión ¿Aceptarme a mí mismo como soy? esta es una opinión de Natàlia Plá

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Esta es mi opinión de experto

“Quien no acepta su realidad pasa más tiempo y gasta más esfuerzo intentando disimular o disfrazarse ante los demás –que suelen conocernos mejor de lo que pensamos–, que en dedicarse a descubrir cómo puede hacer que su realidad evolucione”.

“Al leer ‘aceptación’, que nadie lo relacione con resignación, pasividad, quietismo o cualquier otra cosa por el estilo. La aceptación realista existencial es tremendamente dinámica. Precisamente se presenta como la condición necesaria para que cualquier acción que pretenda incidir sobre nuestro ser o el de los otros, pueda ser realmente efectiva.

Quien no acepta su realidad pasa más tiempo y gasta más esfuerzo intentando disimular o disfrazarse ante los demás –que suelen conocernos mejor de lo que pensamos–, que en dedicarse a descubrir cómo puede hacer que su realidad evolucione. Es una actitud estéril porque pierde toda su energía en la contención en lugar de invertirla en el aprovechamiento de las propias cualidades. Aunque parezca paradójico, el rechazo, la frustración ante lo que existe actualmente, no es la mejor base para trabajar en el mejoramiento de nuestra personalidad o de la propia sociedad.

En cambio, aceptar aquello que es por el mero hecho de ser una realidad, supone atreverse a ponerle nombre, a «tomarle las medidas», valorándolo en su justo peso, y ubicándolo en el contexto de todo nuestro ser –que, repito metodológicamente, o es así o no sería de ningún modo–. Visto esto, ahora sí, cabe preguntarse qué podemos realmente hacer para que esta actitud, sentimiento, situación, realidad social..., evolucione, mejore o incluso cambie. Aceptamos para ponernos en marcha de modo efectivo y constructivo: somos lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

Partimos de la sorpresa de descubrirnos existentes pudiendo no haber existido. Nos sorprendimos y hasta nos maravillamos del puro hecho de ser. De ahí, brotó la alegría óntica, la alegría de ser y el reconocimiento de que sólo podemos llegar a ser, siendo como somos. Incluso es como si hubiéramos firmado un cheque en blanco: antes de saber exactamente cómo somos, nos alegramos de estar siendo. ¡Preferimos eso que la nada! Como cuando los participantes en un concurso escogen un sobre, una caja o una puerta sin conocer su contenido, pero lo aceptan como regalo. ¡Nos tocó la lotería de la existencia! Lo propio ahora, pues, es adentrarnos en nuestro modo de ser, que ya hemos aceptado, para ver cómo es y cómo podemos desarrollarlo. La comparación, en este caso, no es con otro regalo, pues éste es inexistente. El juego aquí es a todo o nada”.

Fuente:
Pliego. Realismo Existencial Para Todos, Revista RE, Número 52.

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