En relación a la decisión ¿Investigar sobre la neuroteología? esta es una opinión de Alberto Carrara

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Esta es la opinión del experto

Neuroteología es un término inapropiado, ya que teología es el conocimiento de Dios a partir de la revelación, y neurociencia el estudio del cerebro. El término más correcto para el estudio de las bases neurofisiológicas de este fenómeno podría ser neurofenomenología de la experiencia religiosa.

Para Alberto Carrara en medio del «relativismo» religioso, es un dato objetivo que el hombre es un ser esencial y constitutivamente religioso, homo religiosus.
 
En la actualidad los estudios neurocientíficos acerca del cerebro humano constituyen el campo de argumentación donde se encuentran la experiencia místico-religiosa y la ciencia médica. Sin embargo matizará que nos encontramos en una era neurocéntrica, en un torbellino pseudo-lingüístico denominado «neuro-manía», en la que ciertos intelectuales han forjado el nuevo concepto de «neuroteología» término que considera inoportuno y falto de cientificidad en un contexto académico.
 
Y se pregunta: ¿Qué nos revela la neurociencia sobre Dios y sobre nuestra natural tendencia a lo trascendente? Y nos responderá que como datos científicos los resultados de los estudios realizados revelan sencillamente que durante una experiencia espiritual numerosas áreas de nuestro cerebro vienen moduladas (se activan o se desactivan). Lo que se mide no son las experiencias místicas en sí, sino una intensa actividad intelectivo-emocional.
 
La riqueza de la experiencia religiosa, natural en todo ser humano, se manifiesta en la dimensión corporal a nivel de las complejas redes neuronales en juego.
 
Este científico y teólogo manifestará que muchas veces del dato científico se pasa a su interpretación hasta llegar a una verdadera manipulación. Así desde perspectivas reduccionistas se interpretan los datos sobre la experiencia de lo trascendente como si el cerebro mismo fuese la causa directa y última de tal experiencia. Entonces se podría incluso concluir que si nuestro cerebro produce la experiencia religiosa, Dios está en el cerebro, y al fin de cabo, el cerebro se vuelve Dios.
 
De esta forma Carrara señalará que los experimentos de neuroteología se caracterizan por asociar una visión materialística de la persona humana fundamentada en la neurología y su dimensión espiritual.
 
Así se elimina la subjetividad que cualquier experiencia humana conlleva. Además, hay una abundante literatura de abusos y fallos metodológicos bastantes serios llevados a cabo por los neuroteólogos que en estos últimos años están llegando a la luz. En realidad no investigan directamente la experiencia humana de Dios, sino que tratan de identificar las bases neurofisiológicas que se asocian en la fenomenología de cualquier experiencia religiosa. Y insiste Carrara, que a la hora de interpretar los datos se requiere mucha prudencia y mucho equilibrio, recordando que la experiencia humana, precisamente por ser humana, se caracteriza por una riqueza y complejidad notable.
 
No es el cerebro el que hace la experiencia de Dios, sino que es la persona, la que en su totalidad, se pone en contacto con una realidad no medible y empírica. Una verdad no se puede encarcelar en un aparato de resonancia magnética, aunque sea “funcional”.
 
Y para justificar la inoportunidad del término neuroteología empezará por ver la definición de teología como aquella ciencia, aquel conocimiento sobre el Fundamento último de todo, es decir, sobre Dios, a la luz de la fe. La teología se caracteriza por ser una demonstración, a la luz de la fe y a través de la Sagrada Escritura, acerca de las verdades reveladas por Dios; también incluye una reflexión racional de las mismas verdades reveladas, utilizando la razón natural.
 
Lo que actualmente se considera neuroteología es, en verdad, una reflexión sobre los resultados neurocientíficos frutos de una experiencia intelectivo- emocional relativa a una vivencia religiosa o mística. En vez de neuroteología sería más correcto usar otro término, por ejemplo el de neurofenomenología de la experiencia religiosa.
 
Fuente: Carrara, Alberto. «Neuroteología. Lo que hay detrás de esta nueva “ciencia”». Ecclesia 25:2 (2011) p. 215-226.

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