En relación a la decisión ¿Creer en el infierno? esta es una opinión de Andrés Torres Queiruga

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Esta es la opinión del experto

Dios que nos crea por amor desea nuestra salvación, entonces la condenación no es algo deseado por Dios, sino que es algo que Él padece y sufre, pues es el propio pecador el que se condena.

Antes que nada Andrés Torres Queiruga puntualiza que el tema del infierno es un tema secundario, un resto de lo que no se logró, la sombra de la salvación fracasada.

 

De esta forma quiere señalar que los contenidos fundamentales de la fe se refieren a Dios como Abbá revelado por Jesús, que crea por amor y sólo piensa en nuestra salvación; que perdona a todos de forma incondicional y únicamente busca la vida del pecador; no quiere ni siquiera permite el mal, sino que, situándose a nuestro lado, lucha incansablemente contra él; que, como el padre de la parábola, no piensa en el castigo, sino que sale cada día al camino con el corazón triste y esperanzado.

 

Entonces, sea la que sea la condenación, no es algo que Dios desea o impone, sino algo que Él padece, que sufre con ello y que no lo puede evitar. ¿Cómo podría ser de otra forma si crea para comunicarnos su amor y su salvación, buscando nuestra realización y felicidad?

 

En realidad deberíamos decir que el infierno no es. Porque de lo que la revelación habla y realmente quiere hablar es de la salvación. El infierno es aquello que Dios no quiere, aquello que nunca debería ser.

 

Lo que es verdaderamente trágico es la pérdida que supone el infierno. Pérdida que se mide por la grandeza de lo perdido: la salvación. La no salvación es una posibilidad que se encuentra en nuestra libertad, en su fragilidad, y en su capacidad de mal y de frustración.

 

No se trata por lo tanto de una condena de Dios sino del propio pecador que se condena a sí mismo. Por eso ya se puede anticipar ahora en una existencia torcida.

 

Finalmente, este teólogo afirma que objetivamente no podemos saber nada más del infierno a no ser su carácter terrible. Y esto no lo sabemos por las imágenes que a lo largo de la tradición hemos ido recibiendo, sino como polo opuesto de lo que perdemos: la inmensa grandeza y plenitud que se nos anuncia en la promesa viva de la salvación.

 

Fuente: Torres Queiruga, Andrés. «¿Qué queremos dicir cando dicimos inferno?» Encrucillada: Revista galega de pensamento cristián, 19:93 (1995), p. 5-32.

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