En relación a la decisión ¿Dar una bofetada a tiempo como método correctivo? esta es una opinión de Carmen Martínez González

No

• Carmen Martínez González
• Pediatra. Especialista en Psicoterapia Psicodinámica

Esta es mi opinión de experto

Hasta hace pocos años el popular refrán “la letra con sangre entra”, se correspondía con una aceptación generalizada y normalizada de métodos disciplinarios violentos, tanto en el ámbito educativo como en el familiar. Métodos que ahora vemos como intolerables, que mayoritariamente etiquetaríamos de maltrato y que afortunadamente actualmente están prohibidos. El problema no es juzgar un acto aislado, aunque no sea correcto, bueno ni adecuado para educar. El problema se plantea cuando la disciplina física (pegar) se convierte en el método usado habitualmente con los hijos: este hecho es intolerable y susceptible de intervención. En el caso de ser un acto aislado, lo más probable es que un padre o una madre normal cuando da un azote ocasionalmente a su hijo, no piense que lo está haciendo bien; lo más probable es que en el “pecado” esté la penitencia, como dice el refrán, y se sentirá fatal.
 
En estos casos, si las relaciones afectivas entre padres e hijos son buenas, lo más sano sería entender éste u otro hecho aislado como una imperfección: sin justificar el hecho, pero entendiendo (como el título del magnífico libro de Bruno Bettelheim) que “no hay padres perfectos”. Debemos tener en cuenta que, siguiendo la ley del péndulo, en todos los países del mundo desarrollado que tienen leyes e instituciones encargadas de la protección infantil, cuando un padre o una madre normal (no violento ni maltratador) da una bofetada aislada o un azote a un hijo, corre el riesgo de ser denunciado por su propio hijo o por el vecino. Esta es una posibilidad real que puede ser dramática porque introduce una gran distorsión de las relaciones afectivas entre padres e hijos a partir de ahí.