En relación a la decisión ¿Creer en la reencarnación? esta es una opinión de Dennis Gira

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Imagen de Dennis Gira

Esta es la opinión del experto

Para el cristiano la plenitud de la persona humana no se rompe con la muerte porque Dios está presente. La persona plenamente realizada es la persona resucitada como Cristo. En la visión reencarnacionista, en cambio, se concibe la posibilidad de desarrollo de la persona en una próxima vida.

Para este autor, el hombre «moderno» piensa que él es el único responsable de su desarrollo, y el llegar al final de su vida sin haber desplegado todo su potencial humano, a menudo le parece un escándalo. Pero la idea de un Dios que lo pueda acompañar en su camino y acogerlo con amor también le parece aberrante. Entonces ¿dónde puede encontrar sentido a su existencia y una respuesta al enigma de la muerte?
 
En la visión reencarnacionista este escándalo desaparece, y el desarrollo de la persona no se ve truncado por la muerte, sino que puede desarrollarse en una próxima vida. Lo mismo sucede con el problema del mal, ya que según la ley kármica, la situación en la que se nace depende únicamente de la calidad de los actos en el curso de las vidas anteriores.
 
Por ejemplo, el sufrimiento y la miseria de ciertos niños, se pueden considerar «intolerables», pero ya no son incomprensibles.
 
Esta visión da una respuesta creíble – o sea, que tiene su propia coherencia interna – a la experiencia de ser incompleto que se experimenta desde la concepción del hombre como único responsable de su situación vital y su desarrollo.
 
El cristiano, como toda persona, frente la muerte tendrá también la experiencia de inacabado. Pero desde la fe, el impulso de crecimiento de la persona humana no se rompe con la muerte: no porque se vaya a renacer por enésima vez para continuar a crecer, sino porque en ese momento el hombre no está abandonado a sí mismo. Dios está presente como lo ha estado a lo largo de toda su vida para acogerlo.
 
Sólo desde esta perspectiva de relación de Dios y el ser humano, este último puede esperar realizar en plenitud su potencial, que sobrepasa en mucho lo que pueda imaginar, ya que ha sido creado a imagen de Dios, que es Amor. Quien ha hecho la experiencia de ser amado en esta vida sabe que en un instante toda la vida se puede derribar y transformar por la gracia de un encuentro. En ese último momento, el amor de Dios, libremente dado y libremente acogido, lleva al hombre a la plenitud de la vida.

Sin embargo, este paso no se hace sin una verdadera purificación, que lejos de ser un castigo, es la experiencia de ser amado y perdonado por Dios que hacer vivir.
 
Y, ¿qué ocurre con la dimensión corporal del hombre? Si en la visión reencarnacionista, se relativiza el cuerpo (hay un principio espiritual que pasa de cuerpo en cuerpo a través de una serie de vidas), según la fe cristiana ésta es indisociable de la persona humana. La dimensión corporal del hombre, esencial para la vida de relación, será transformada, purificada, como todas las otras dimensiones de su ser. Desde la perspectiva cristiana, cuando se habla de la persona plenamente realizada se habla necesariamente de la persona resucitada, como Cristo fue resucitado.
 
La reencarnación y la resurrección constituyen dos repuestas diferentes al enigma de la muerte, cada una con su propia coherencia. Es importante que todos los que fundamentan su vida en una de estas dos respuestas tengan un profundo respeto por la coherencia interna de la otra respuesta. Pero aquellos que quieren mezclar estas dos respuestas, incluso en nombre del respeto y del diálogo, corren el riesgo de vaciar una y otra de su sentido. Se encontrarán frente a la tarea imposible de construir una nueva coherencia yuxtaponiendo nociones inconciliables.
 
Fuente: Gira, Dennis. « Réincarnation et résurrection» http://www.buddhaline.net/Reincarnation-et-resurrection 29-06-2012.

Comentarios
Imagen de Concepció Martinez
Miércoles, 03 de Octubre de 2012 a las 15:14

Como cristiana creo en la resurrección, no en la reencarnación. Tal y como afirma el experto Dennis Gira, creo que el impulso de crecimiento de la persona humana no se rompe con la muerte. Además, Dios está siempre presente (vivos o muertos) en cada uno de nosotros.

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