En relación a la decisión ¿Aceptar que mi hijo no es como yo hubiera deseado? esta es una opinión de Patricia Diazgranados

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Esta es la opinión del experto

Aunque hay autores que defienden una aceptación condicionada a la acción de los hijos, esta autora afirma que se les debe aceptar tal como son, en toda circunstancia. La aceptación incondicional debe ser un principio universal en la crianza de los hijos.

Este principio nace de los planteamientos del psicólogo norteamericano Carl Rogers, considerado el padre de la Terapia centrada en la persona, pero tiene numerosos opositores, hasta el punto de que hay una corriente con muchos adeptos en la práctica diaria, que es la parentalidad condicional: aceptación cuando el hijo se comporta bien (positiva) y ausencia de esta cuando no lo hace (negativa), lo cual quiere decir que los hijos deben ganarse el amor de los padres. Estudios bien llevados muestran que la parentalidad condicional positiva suele llevar a que los hijos adolescentes tengan mejores logros escolares, pero a costa de que tengan sentimientos poco sanos de “compulsión interna”.
            En relación con la parentalidad condicional negativa, los estudios muestran que no hay éxitos ni a corto ni a largo plazo cuando se miden logros escolares, pero sí sentimientos negativos hacia los padres.
            La Puericultura moderna, expresada, por ejemplo, en el discurso Crianza humanizada del Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia, se inclina por la aceptación incondicional, según la cual el hijo es un ser humano como su padre, su madre, sus hermanos sus congéneres y el ser humano debe ser aceptado sin razones ni motivos, solo por el hecho de ser; no por lo que haga o deje de hacer, por lo que tenga o no tenga, sino por su existencia y su esencia de ser humano que lo pone por encima de cosa u objeto.
            Los padres están en la obligación ética de aceptar a cada uno de los miembros de la familia y en este caso a los hijos respetando su esencia de ser, reconociendo y respetando su valía personal independientemente de sus éxitos, fracasos, logros o dificultades, ya que su valor personal está presente desde el mismo momento del comienzo de su existencia y es parte de su esencia humana.
            Teniendo claro que la aceptación es connatural al respeto del ser humano, como principio, se acepta que la esencia de los niños, niñas y adolescentes como seres humanos es intocable. Esta aceptación es un acto de amor incondicional, mediante la cual se les dice: Te acepto, te amo a ti, a tu ser, independientemente de que te portes bien o mal y a las dificultades, fracasos o logros que tengas.
            El concepto que un niño tenga de sí mismo se empieza a construir desde su nacimiento y se basa casi todo en la información o el concepto que sobre él tengan los adultos significativos que lo acompañan, especialmente el de sus padres. Si este concepto es negativo o descalificador, el niño crecerá con una baja autoestima o valía personal y, como consecuencia, no podrá tomar sus propias decisiones ni alcanzará a ser autónomo e independiente porque los adultos no creen en él. Como es claro en el ejemplo, es la aceptación, el amor y el respeto de sus padres y maestros lo que le permitirá al niño crecer en su autoestima, en su yo, en su dignidad y, por lo tanto, sentir seguridad y confianza, y aceptarse como ser independiente.

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