En relación a la decisión ¿Hablar con mi pareja sobre lo que desearía en nuestra vida sexual? esta es una opinión de Esther Perel

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Esta es la opinión del experto

Según la experta, la habilidad de cada pareja para acercarse íntimamente -cada vez más a lo largo del tiempo- no pasa obligatoriamente por intensificar el diálogo.
Valorar únicamente lo que se expresa mediante palabras, puede ser hasta perjudicial.

Esther Perel opina que en la ‘era de la comunicación’ se ha producido una redefinición del concepto de intimidad que pone mucho énfasis en el poder de la palabra. La comunicación verbal no tiene por qué ser siempre la mejor manera de expresar lo que somos en esencia.
 
La “intimidad a través del diálogo”, la hegemonía de la palabra puede ser un problema porque no es una característica apreciada por un alto porcentaje de hombres que solo conoce el cuerpo como lenguaje:
 
“A través de su cuerpo, los hombres pueden recuperar el placer puro de la conexión sin tener que encerrar sus necesidades (tan difíciles de expresar) dentro de la prisión de las palabras.”
 
Perel advierte que no se debería poner todo el énfasis en la comunicación verbal, porque hay personas que no saben poner cosas en palabras y su forma de mostrar complicidad y sintonía se vale de otras vías (sonrisas, gestos, caricias…).
 
“No estoy convencida de que la expresividad desmedida (la capacidad de decir la verdad y no ocultar nada) necesariamente fomente una intimidad armoniosa y sana”, escribe Perel en su libro Inteligencia erótica.
 
No es lo más habitual, pero hay ejemplos de parejas que no hablan demasiado y que a pesar de todo, disfrutan de una gran cercanía. A veces, puede suceder el efecto contrario al deseado: es cuando un exceso de palabras crea obstáculos insalvables.
 
La supremacía del diálogo en una relación amorosa no solo puede colocar al hombre en desventaja, sino también dejar a algunas mujeres atrapadas en una sexualidad reprimida. Perel se confiesa preocupada ante el hecho de que la capacidad expresiva del cuerpo femenino pueda verse anulada.
 
Muchas veces es más fácil hablar que hacer gestos o movimientos. Es lógico, por tanto, que algunos prefieran no entrar en este juego de inventiva y se refugien en el diálogo a la hora de ‘acercarse’. Al mismo tiempo, están los que ven su cuerpo como una zona de recreo donde se sienten libres y sin ataduras. Como indica Perel:
 
“Para ellos, el sexo es un alivio que detiene sus ansiedades; para sus parejas, más inclinadas a lo verbal, el sexo se convierte en una fuente de ansiedad.”
 
Para la terapueta, el objetivo de su trabajo consiste en que cada una de las partes domine el idoma del otro: entre ellos está el lenguaje corporal.
 
Esther Perel hace hincapié en que “la intimidad no es monolítica, ni tampoco es siempre coherente; es intermitente y tiene altibajos hasta en las mejores relaciones”.
 
 
 
 
 
 

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