En relación a la decisión ¿Participar del voluntariado social? esta es una opinión de Helena Béjar

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Esta es la opinión del experto

 
La experta considera que un voluntariado suele cambiar los valores de una persona, además de volverla más tolerante. A su vez, cree que es un buen termómetro para medir la condición moral de una sociedad.

Helena Béjar recoge en su libro El mal samaritano el testimonio de múltiples voluntarios, fundamentalmente jóvenes, que hablan de su experiencia individual y las razones que les llevaron a dejar de lado el egoísmo. Béjar indica que los motivos que llevan a la gente al voluntariado son muy dispares y eso es lo que lo hace un objeto de especial interés sociológico. En 2001 (fecha de publicación del libro) el voluntariado era un fenómeno en auge y Béjar se proponía averiguar si este fenómeno partía de la virtud o el interés.
 
Según Béjar, el voluntariado produce un cambio personal innegable y altera las visión del mundo de sus protagonistas. En el caso de los jóvenes -que forman el grueso del voluntariado organizado en España- es un comportamiento que se inspira en los amigos y familiares de la misma edad.
 
Béjar cree que el voluntariado social, discreto y casi invisible, es “el que dice más de nuestra condición moral y del futuro de la participación social”. El voluntariado es una actividad que añade valor a quién ejerce la filantropía. Muchos de sus protagonistas dicen que les cambió la jerarquía de valores y les enseñó tolerancia:
 
“El voluntario cambia porque se hace más tolerante. Pero aquél a quién se ayuda también se transforma porque a través de la ayuda se amplía su autoestima…”, escribe Béjar.
 
Algunas personas se dan cuenta en algún momento de su vida de que no todo se reduce a terminar la carrera universitaria y encontrar un trabajo. Dado que se vive en sociedad, muchos voluntarios aceptan el compromiso de intentar construirla como a ellos les gustaría que fuese.
 
El voluntariado puede transformar la sensibilidad de las personas, humanizarlas y civilizarlas; incluso desplazar su capacidad para soportar la vergüenza o el asco.
 
“Yo creo que la motivación del voluntario que ‘está ahí’ es que le afectan las cosas ajenas”, afirma Béjar.
 
Hay personas que cuando ven algo que no les gusta en la sociedad intentan hacer algo y sienten el impulso de cambiarlo. Algunos no se suman a la postura habitual de dejar los problemas en manos del gobierno, los médicos, etc.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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