En relación a la decisión ¿Actuar con compasión? esta es una opinión de Jamal Rahman

Imagen de Jamal Rahman

Esta es la opinión del experto

Ante un conflicto podemos actuar respecto al otro desde la energía proveniente del ego o la energía proveniente del alma. La compasión es la energía del alma que tiene el poder de mover cielo y tierra.

Jamal Rahman empieza por recordarnos que todos los capítulos del Qur’an menos uno empiezan con las palabras: Bismil-lah–ir–Rahmán–ir-Rahím”, que significan: “En el nombre de Al-lah, el Infinitamente Compasivo, el Infinitamente Misericordioso.” Además en el libro sagrado, la Compasión y la Misericordia de Dios se citan ciento noventa y dos veces, son la esencia de Dios.
 
Y continuará el imán sufí, indicándonos como la verdadera compasión abarca a todos, incluyendo a quien te ofende. Y se pregunta: ¿Quiere esto decir que quien te ofende y la ofensa quedan excusados y no lo enfrentas? A lo cual responderá que no, que hay que hacer lo que se tenga que hacer pero con las cualidades del alma. Esto es:
 

Cuando estás atorado en un conflicto con alguien que está equivocado, recuerda que estás luchando contra el antagonismo, contra el antagonista. Haz lo que sea necesario, pero no excluyas al antagonista de tu corazón, por ejemplo, un juez honesto preside en el juicio de una persona. Hace lo correcto y dicta una sentencia de cadena perpetua para el ofensor. Puede decir la sentencia lleno de desprecio e insulto hacia ese hombre, deseando en su corazón limpiar la faz de la tierra de “esa escoria.”
Esta es una energía, pero el juez puede dictar la misma sentencia con otra energía manteniendo su corazón abierto hacia el acusado. Dicta la sentencia con solemnidad y respeto, asegurándose de que el acusado se le dé la dignidad debida; se asegura de que no lo maltraten en la prisión. Incluso el juez puede orar por el ofensor, enviando luz desde su corazón al alma de la persona convicta. Así que esa sentencia puede dictarse con dos energías muy diferentes. Una es desde el ego; la otra proviene del alma. La compasión es la energía del alma que tiene el poder de mover cielo y tierra.

 
Por otro lado este maestro sufí nos mostrara como la infinita y exquisita compasión de Dios nos sostiene a cada paso de nuestro camino:

Algunas personas dicen que Dios tiene el corazón tan abierto y tan lleno de gracia que si pudiera morir por nosotros, lo haría. Como esto es imposible, somos nosotros quienes tenemos que morir por Dios; este es el misterio de nuestro andar.

 
Y para ilustrarla nos contará el ejemplo del gran santo Bayazid Bistami que escuchó la voz de Dios en un sueño que le dijo:

¡Oh Bayazid, mostraré tu falta de fidelidad espiritual a tus seguidores y te van a apedrear.” Bayazid respondió: “Oh Amado, si haces eso, les mostraré Tu corazón abierto y Tu Compasión, y de cómo Eres indulgente cuando alguien se arrepiente; de la verdad de que Tu Misericordia es infinitamente mayor que Tu Justicia de manera que quienes lo sepan no vuelvan a obedecer Tus Leyes.” Dios se mantuvo en silencio y se retractó.

 
Sin embargo, surge entonces la duda de porqué Dios no se muestra ante nosotros, pues puede incluso parecer cruel que no lo haga provocando duda y desánimo en este mundo. A lo que Jamal Rahman parafrasea los maestrso sabios que dicen que son necesarios los velos entre nosotros y Dios. Si la Belleza y la Majestad inexpresable de Dios fluyeran sin velos como ola tras ola de luz enceguecedora, nadie podría aguantarlo.
 
Concluirá que muestra naturaleza básica es noble y profundamente compasiva. No tenemos conciencia de ello porque no hemso alcanzado un suficiente grado de despertar  y a veces con miedo en vez de desde el centro de conocimiento en nuestro interior.
 
Cuando suavizamos la armadura y las defensas que hemos construido alrededor del corazón, nos percatamos de la lámpara iluminada por la Divinidad en nuestro interior; es esta llama de amor y compasión en el corazón la que funde las sombras, tanto dentro como fuera de nosotros, e ilumina al mundo.
 
Fuente: Rahman, Jamal. La compasión: capítulo 3 del libro La Fragancia de la Fe.

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