En relación a la decisión ¿Creer en Dios pese a la evidencia de la ciencia? esta es una opinión de Joan Manel García Miranda

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Esta es mi opinión de experto

La pregunta "¿Creer en Dios pese a la evidencia de la ciencia?" es interesante por su propia naturaleza. En mi opinión, dicha pregunta es un síntoma de la esquizofrenia cultural a la que hemos llegado, cuya etiología reside en la escisión entre mundo interior y mundo exterior

En primer lugar, me gustaría realizar una breve aclaración propedéutica. En 1960 Hans G. Gadamer publicó Verdad y método. Esta obra es muy extensa, por ello, sólo realizaré una breve pincelada.
La interpretación de la realidad está mediada por una tradición (Überlieferung) que se singulariza, en cada uno de nosotros, gracias a unos prejuicios (Vorurteil). Estos prejuicios deben entenderse como la cristalización de la historia en nuestra consciencia. Son la "historia que nos posee" y a través de la cual lanzamos una serie de preguntas. A esta determinación de la consciencia histórica Gadamer la llama principio de la historia efectual. En este sentido, la pregunta "¿Creer en Dios pese a la evidencia de la ciencia?" es el resultado de la historia efectual, es decir, una pregunta que nuestro desarrollo histórico permite y contempla como válida según los parámetros contemporáneos. En este sentido, debemos preguntarnos por qué nuestra consciencia histórica establece la ciencia como criterio de validación de una creencia. Para ello, debemos acudir a la tradición occidental rastreando el nacimiento de nuestros prejuicios y, por ende, de la pregunta que nos ocupa. Pienso que esta pregunta adquirió una especial significación en la Ilustración y sus consecuencias. Es más, considero que el hecho de postularse un o un NO como respuesta, es el resultado del desarrollo espiritual e intelectual que se inició con este período. Veámoslo con calma.
Según el filósofo alemán Johann G. Fichte existen dos tipos de sistemas filosóficos correspondientes a dos tipos de personas distintas, el dogmatismo y el idealismo. El dogmatismo (sin sentido peyorativo) se basa en la convicción en la realidad de la cosa en sí kantiana (es decir, de una cosa con existencia independiente de la propia percepción del sujeto). El idealismo, por otro lado, se basa en la convicción que la cosa en sí, sin un sujeto que la perciba, es un sinsentido. Toda representación del mundo presupone alguien representándoselo, luego no es posible una representación pura independiente del contenido puesto por el sujeto.  
La pregunta "¿Creer en Dios pese a la evidencia de la ciencia?" pertenece, a mi modo de ver, al campo de juego de los dogmáticos. Es decir, la presuposición de la existencia real (externa) de un principio último/primero que gestiona el totum de lo existente. Este principio puede ser: (1) Trascendente, operando como sostén de las leyes naturales. (2) Inmanente, operando dentro de las leyes naturales.  (3) Panteísta, es la propia operatividad de las mismas. (4) Panenteísta, Dios se encuentra dentro de las leyes de la naturaleza pero no es identifica con ella.
Las posiciones idealistas y dogmáticas responden, tal vez, a dos perfiles psicológicos distintos difícilmente conciliables. Carl G. Jung utilizaba los términos extrovertido e introvertido en un sentido técnico que nos puede ser útil. El extrovertido cifra la existencia (inclusive la de Dios) en los fenómenos externos, mientras que para el introvertido el peso ontológico reside en los contenidos de la subjetividad. Dicho sintéticamente, unos buscan a Dios dentro y los otros fuera, y entre sendas polaridades no hay término medio. El que lo busca fuera, intenta una suerte de reductio a causas eficientes o finales, de ello dependerá su creencia o descreencia. El que lo busca dentro, lo identificará con cierto contenido psicológico negativo-indeterminado, o con un sentimiento oceánico con análogos resultados. Nuestra consciencia histórica nos lleva hacia este callejón sin salida: ¿Mundo interior o mundo exterior? ¿Dichos mundos están gobernados por leyes distintas o compatibles? ¿Dónde queda Dios? Todas estas dicotomías advierten el grado de esquizofrenia cognoscitiva al que colectivamente hemos llegado. En mi opinión, la pregunta "¿Creer en Dios pese a la evidencia de la ciencia?" es un síntoma de la escisión del conocimiento que se ha producido en nuestra época.

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