En relación a la decisión ¿Creer que la única religión verdadera es la mía? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón

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Esta es mi opinión de experto

Como creyente entiendo y vivo mi religión como la verdadera y lo que acepto y afirmo de mi creencia pienso tiene base y fundamento suficiente para creer en esa religión y no en otra. La búsqueda de Dios ofrece herramientas, referentes y testimonios suficientes para discernir las respuestas.

Como creyente entiendo y vivo mi religión como la verdadera y lo que acepto y afirmo de mi creencia, pienso que tiene base y fundamento suficiente para creer en esa religión y no en otra. El esfuerzo por responder a la pregunta por Dios y de dar razón de nuestra fe ante un mundo que pregunta y se cuestiona, constituye ya en sí mismo una búsqueda de la verdad. Esta respuesta, acogida personal y comunitariamente, nos ofrece herramientas, referentes, paradigmas y testimonios que nos ayudan a depurar y diferenciar las respuestas auténticas de aquéllas que no terminan de convencernos e incluso nos parecen erróneas.
 
Que yo crea que mi religión sea la verdadera no supone que me encierre en mis respuestas y siento la necesidad de escuchar otras respuestas, y también me mantengo en vela para observar el mundo actual. Ninguna de las religiones agota el Misterio de Dios, pues éste por definición siempre está más allá de nuestras categorías y conceptos. Es de vital importancia que podamos educarnos en la búsqueda del amor a la verdad. Entendiendo por esa búsqueda hacer un itinerario antropológico. Buscar la verdad no significa querer instalar una nueva pregunta metafísica, pues el camino de la verdad va de la mano del camino del amor. Por tanto mi religión la viviré como verdadera en la medida en que ese peregrinaje de amor y verdad, de sentido a mi propia existencia, ayude a liberarme y a la vez también libere a mis semejantes.
 
Esa búsqueda de la verdad se recupera y se transciende a través del diálogo, de la discusión y del intercambio. Es decir en ese ejercicio de diálogo constante, nos vamos acercando a la verdad y a su vez, vamos desvelando también la falsedad. Que mi religión sea la verdadera, significa que después de hablar, de exponer mis razones, estoy abierto a escuchar, y que la respuesta obtenida, la pondré en relación a la raíz más profunda de mi creencia: la Caridad, es decir, el amor desinteresado y generoso. Cuando obtengo una respuesta contraria a esos referentes, surge el momento de la revisión, de replantear las cosas y si hace falta de cambiar actitudes en todas las partes. Sólo la persona orgullosa o prepotente cree poseer la verdad absoluta y no necesita esperar la respuesta de los demás, porque considera que sólo una palabra es válida: la suya, y que ésta debe ser escuchada y obedecida por todos.

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