En relación a la decisión ¿Amar a la Patria por encima de todo? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón

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Esta es mi opinión de experto

Las ideas, las cosas, los sentimientos, etc, están al servicio de las personas y están en relación con la vida y demás valores de las personas.. Hay que situar nuestro amor a la patria desde la justicia, es decir, no puedo ser injusto con los demás y conmigo mismo por ese amor a la patria.

No puedo amar a la patria por encima de todo, esos sería idolatrarla, hacerla un ídolo a quien debo someter mi vida y la de los otros. La patria no deja de ser una abstracción, lo cual no significa que no tenga un sentido en si misma, pero no puedo convertirla en un valor absoluto. La patria tiene una finalidad en sí misma, pero insisto no es una finalidad absoluta. Idolatramos a algo o a alguien cuando no dejamos que sea lo que realmente es y la convertimos en lo que no es, una especie de falso dios a quien sacrificamos recursos, personas, y lo que sea necesario.
 
El diccionario define la idolatría como amor excesivo a vehemente a alguien. Debemos valorar, amar la patria en su justa mesura, sino queremos convertirla en un falso ídolo a quien entregamos lo que somos y lo que tenemos. La patria, como cualquier otra cosa, persona, idea, concepto, símbolo, no se agota en si misma, tiene relación con el resto de elementos que conforman la vida. Por valiosa que sea la Patria, no podemos caer en la tentación de creer que no puede ponerse la servicio de las personas y sino que reclame para sí misma un servicio total y absoluto.
 
La patria no puede estar al margen de los otros elementos que configuran la vida de de esa misma patria. Sacrificamos tiempo, dinero, amistades, personas, para el bien de ese abstracto que llamamos patria. Lo que es una herramienta social, termina por desvirtuar nuestra escala de valores y nos puede llevar a situaciones absurdas y a veces desastrosas. Las ideas, las cosas, los sentimientos, etc, están al servicio de las personas y están en relación con la vida de las personas, y sobre todo de la justicia. Hay que interpelar nuestro amor a la patria desde la justicia, es decir, no puedo ser injusto con los demás y conmigo mismo por ese amor a la patria. Un exceso de amor a la patria, una absolutización de este concepto, genera una relación inapropiada, es decir que no es la propia del ser humano.
 
La relación propia es la que respeta y potencia la libertad de los seres humano, su recta autonomía. Como dice la cita evangélica: "el hombre no es para el sábado, sino el sábado para el hombre". Así pues la Patria, siendo una buena herramienta de identidad colectiva, tiene que estar al servicio de las personas que la forman y no las personas al servicio de esa patria.

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