En relación a la decisión ¿Intentar cambiar mi forma de ser? esta es una opinión de Jorge Ubeda

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Esta es mi opinión de experto

Abundan las recetas de autoayuda que prometen beneficios de todo tipo si se siguen recetas precocinadas de cambio personal, aderezadas con el azúcar de la positividad y regadas con la ebriedad de los éxitos facilones. Reflexiono sobre los significados del cambio personal y sus ambiguas posibilidades

Hay una ambigüedad inscrita en la pregunta que precisa de aclaración. Si logramos aclarar la ambigüedad podremos responder a la pregunta planteada:
¿Qué es la "forma de ser"? Todos solemos utilizar alguna vez, frente al requerimiento crítico de los otros que nos piden explicaciones sobre nuestra conducta, que esta se debe a nuestra "forma de ser". Y con ello solemos referirnos a un conjunto de rasgos personales que nos caracterizan y que bañan con su presencia nuestros actos. Al apelar a nuestra "forma de ser" queremos dejar constancia de la dificultad -si no imposibilidad-de modificar tal modo de conducirse en la propia vida. Habrá quien nos diga que cambiemos, entonces, nuestra "forma de ser" y nosotros miraremos con cierta melancolía tal exigencia deseando que fuera cierto iniciar y completar tal cambio. Y es que la "forma de ser" no solo es algo que hayamos querido ser, sino que también es lo que podemos ser dadas las circunstancias.
Estando así las cosas, ¿qué puede significar el cambio de la "forma de ser"? Si bien es cierto que hay ciertos rasgos -aquellos que hemos adquirido más tarde en el desarrollo personal de hábitos y costumbres- que podemos modificar, la mayor parte de los que constituyen la "forma de ser" son muy difícil de modificar. Por tanto, si el cambio casi aparece como un horizonte inalcanzable, entonces hay que empezar a pensar en buscar otras maneras de relacionarse con lo que uno mismo es (o cree que es). Por ejemplo: 

  • Cabe aceptar lo que soy confiando en que tal aceptación me dará conocimiento para quitarme de en medio de aquellas situaciones en las que mi forma de ser puede comprometerme a mí y a los otros. 
  • Cabe buscar amigos que nos ayuden a evitar la autocomplacencia con lo que somos, que nos ayuden a reírnos de cómo somos o que lloren compasivamente con nosotros cuando nuestra forma de ser nos haya traicionado una vez más. 
  • Cabe desconfiar un poco de la forma de ser de uno y mirarse con justa ironía. Es una manera inteligente de mostrar que sabemos que el peor enemigo de uno mismo suele ser, precisamente, uno mismo. 

¿Por qué intentar cambiar la "forma de ser"? Si fuéramos salvajemente honestos acabaríamos reconociendo que, en realidad, lo que solemos intentar es cambiar la "forma de ser" de los otros antes de la nuestra propia. ¿Cuántas veces nos oímos a nosotros mismos juzgar cómo son los otros, diseñar acciones de las cuales esperamos efectos de cambio en los otros y leyendo recetas que enseguida aplicamos a nuestros deudos en vez de a nosotros mismos? No sé si tenemos especiales ganas de intentar cambiar nuestra forma de ser si no es porque ocurre algo en nuestra vida que nos reclama tal cambio o que nos deja tan vacíos de recursos que nos vemos obligados a responder creativamente ante el abismo que se abre a nuestros pies.
Hay un acontecimiento especial, que nunca nos deja indiferentes y que nos obliga a movernos y cuestionarnos a nosotros mismos y que es el acontecimiento del encuentro con otro ser humano que nos reclama desde su debilidad. Tal debilidad es una pregunta sobre nosotros mismos. nuestras capacidades y lo que podemos (y queremos hacer) con ellas respecto de los otros. Así nos vemos exigidos a movernos, a cambiar, a responder por el otro.
Por último podemos llamar la atención sobre el peligro de narcisismo intenso que puede anidar en los intentos por cambiar la forma de ser; como si quisiéramos esculpir una imagen idealizada de nosotros mismos para así podernos admirar frente a nuestro espejo.  Sócrates y Epicuro, para evitar tal narcisismo, ofrecieron tres orientaciones claras para vivir una vida en la que acontecimientos y forma de ser se combinen:

  • Cuida el cuerpo con las dosis exactas de placer que necesita y siempre prefiriendo los placeres del alma a los del cuerpo. 
  • Cuida el alma con buenos discursos, esto es, con el diálogo confiado con los otros. 
  • Cuida a los amigos pues merece la pena perder la vida por ellos.
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