En relación a la decisión ¿Desarrollar mi inteligencia espiritual? esta es una opinión de José Luis Vázquez Borau

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Esta es la opinión del experto

La Inteligencia Espiritual consiste en instalarse en el presente con ojos nuevos, aceptando la realidad a pesar de que nos resulte desconocida. Nos ayuda a liberarnos de las emociones del pasado y amando a vivir la eternidad en cada instante.

Este filósofo y teólogo en su libro La inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado concluye:
 
«La felicidad y el amor van juntos. Es un estado de continua conciencia. Solamente cuando amamos somos felices. Amar es un estado que no elige a quien amar, pues no puede hacer otra cosa que amar. De esta manera, la felicidad nunca se pierde, puede estar oscurecida, pero quien ama es la felicidad. Recibir la iluminación, tomar conciencia de la realidad, desarrollar la Inteligencia Espiritual (IES) consiste en morir de verdad al pasado para instalarse en el presente con ojos nuevos. Sólo la realidad existe y entramos en la realidad a condición de entrar en la noche del no-saber, liberándonos de todas nuestras programaciones.
 
(…)
 
La IES purifica a las emociones, ya que nos ayuda a no anclarnos en los recuerdos para no sufrir nostalgias y añoranzas. Nos ayuda a liberarnos de las emociones del pasado. Nos ayuda a liberar la memoria de toda emoción para recibir limpiamente todo lo nuevo. Cuando la IES nos arrebata, nos ilumina, somos amor y vivimos la eternidad en cada instante. El ser humano apunta en su proyecto vital a un futuro-plenitud sin límite en el tiempo ni fijado en realizaciones históricas que siempre llevan el sello de la caducidad. La persona aspira a un futuro absoluto capaz de proporcionarle ese más de realidad al que se siente remitido desde su constitución ontológica. Si tiene que justificar su existencia como ser que va-a-más, no encuentra explicación adecuada fuera de la órbita de un absoluto personal, un Tu inconvertible en ello, un Dios personal.
 
(…)
 
El problema de la persona desemboca necesariamente en el problema de Dios y que el planteamiento de las condiciones del proyecto de su autodesarrollo y cumplimiento como persona no puede establecerse fuera de la órbita de la trascendencia. Necesitamos de alguien que nos libere de nuestra existencia creativa hasta hacerla plena y auténtica. Pero este alguien no puede ser otro que una instancia suprema, alteridad absoluta, que, lejos de enajenarnos, nos confiera desde nuestro mismo núcleo la verdad de nuestra identidad y de nuestra perfección debida. Una alteridad de esta índole no tiene parangón con nada de este mundo. Es metaempírica y trascendente. Un bien por excelencia, cuya bondad absoluta es vista como prolongación que trasciende todos los proyectos humanos de mejora radical. Por eso, desde su conciencia de finitud y desde su ansia de infinito, la persona se constituye en reclamo del verdadero liberador; en exigencia de Dios».
 
Fuente: Vázquez Borau, José Luis. La inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2010, p. 137-139.
 

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