En relación a la decisión ¿Creer que a Dios no le importa el hombre? esta es una opinión de José Maria Garrido Luceño

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Esta es la opinión del experto

Señala la centralidad de la providencia: El Antiguo Testamento es una narración de la acción providencial de Dios, mientras que los evangelios narran el cumplimiento de las promesas en la máxima cercanía con Dios. Sin embargo esto no exime del mal, como pecado y como experiencia lacerante.

Para José Mª Garrido la providencia es una de las verdades centrales de la teología. Además tanto la tradición helenista como la bíblica afirman que Dios es providente respecto al mundo y respecto a los asuntos humanos. Pero, dado la presencia desgarradora del mal que contradice esa afirmación, tanto una como la otra tendrán que elaborar una respuesta a tan grave objeción.
 
El escándalo del mal suscita entre algunos pensadores griegos la acusación contra Dios, ya que ven incompatible la bondad divina con los males sufridos por el ser humano.
 
Ya dentro de la tradición bíblica vemos como en la lengua hebrea no existe una palabra para significar la providencia, sin embargo el Antiguo Testamento es una narración de la acción creciente providencial de Dios. Mediante esa acción, Dios va promoviendo pedagógicamente a su pueblo. Todos los libros del Antiguo Testamento expresan la confianza de Israel en su Dios, que lo pastorea. Y no sólo eso, sino que Dios cuida a cada individuo.
 
Dios tiene un plan para el mundo, que está inserto en su plan para la historia. La acción de la providencia es precisamente la proyección y ejecución de ese plan en la historia, conjugándose en ella la promesa y el cumplimiento.
 
Y en el Nuevo Testamento, continua Garrido, se narra el cumplimiento de la promesa, en el que la máxima cercanía de Dios suscita la máxima confianza en su providencia.
 
Dios se autorrevela, establece una alianza en la que entabla una amistad con los creyentes, sin embargo este hecho no exime a los creyentes del mal. El mal como fruto del pecado (Gn 3), pero el mal también como vivido en una experiencia lacerante.
 
El mal no es una cosa, es un obstáculo, que se interpone entre el deseo original de vivir y su realización. El fracaso del deseo de vivir se muestra en muchas experiencias negativas, como pueden ser la enfermedad, la pérdida de personas queridas, la violencia… y al final la muerte. Y acompañando todo eso, el fondo del pecado, del peor de todos los males.
 
El libro de Job narra el drama de un hombre en conflicto con Dios y sumergido en el dolor. Job no puede defenderse más que acusando a Dios. En su dolor inexplicable deforma el rostro de Dios, hasta creer que Dios tiene un plan agresivo contra él.
 
La lección que se puede aprender del libro de Job es que no podemos entender los designios de Dios con esquemas racionales cómodos, como puede ser el de acción-retribución. El mal es un misterio, algo que está fuera del ámbito de la razón, que nos desborda.
 
Los evangelios narran la actitud de Jesús de Nazaret ante el mal. El amor compasivo de Jesús hacia los pobres, los enfermos, los angustiados, marginados y pecadores. El amor compasivo de Jesús es la quintaesencia del evangelio. En la cruz se muestra el exceso del amor de Dios, el “amor loco de Dios” del que hablan los teólogos orientales. Y tras la cruz, la resurrección, la promesa escatológica de Dios de reunir a todos sus hijos, hechos conformes con el cuerpo glorioso de su Hijo en la tienda del encuentro definitivo.
 
En su providencia dios cuida de nosotros, no sólo para librarnos del mal, sino para elevarnos a la plenitud de la vida.
 
Fuente: Garrido Luceño, José Mª. «La providencia y el misterio del mal». Isidorianum 38 (2010), P. 289-326.

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