En relación a la decisión ¿Reducir el consumo de agua? esta es una opinión de José María Ordóñez Iriarte

Imagen de José María Ordóñez Iriarte

Esta es mi opinión de experto

El agua es un recurso escaso del que se hacen distintos usos: abastecimiento, agricultura, industria, recreo, … Todos los usos son compatibles y cada uno de ellos requiere de una calidad y una cantidad. Para que no se vean comprometidos ninguno de ellos, se debe hacer un consumo responsable.

El agua es indispensable para la vida y para el ejercicio de la inmensa mayoría de actividades. La disponibilidad de agua de bebida salubre y limpia y de un saneamiento adecuado, es un derecho humano básico, que va a condicionar el desarrollo y la cohesión social de los pueblos.
 
Los ciudadanos de los países desarrollados no terminamos de ser conscientes de cómo el agua limpia impulsó nuestro progreso social.  Hoy, la gente de las ciudades de Europa y Estados Unidos, vivimos sin temor a contraer enfermedades infeccio­sas transmitidas por el agua. A comienzos del siglo XX, la situación era muy diferente. Solo la apuesta decidida por suministrar agua a través de los sistemas de abastecimientos públicos y la provisión del saneamiento, lograron reducir de forma considerable las tasas de mortalidad infantil. Una reciente encuesta promovida por el British Medical Journal reconoce que el mayor hito de la historia de la medicina desde 1840 lo constituyen el conjunto de medidas sociales destinadas a la higienización del agua corriente y el saneamiento de residuos.
 
Si la calidad del agua es importante no lo es menos la cantidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 100 litros por habitante y día la cantidad mínima de agua necesaria para garantizar una vida saludable.
 
El agua en el planeta Tierra está en movimiento continuo a través del ciclo hidrológico. Desde los ríos, embalses, mares y océanos el agua se evapora y pasa a la atmósfera en forma de nubes que precipitan al suelo, bien como agua o como nieve. Esta agua precipitada circula a través de las escorrentías, se infiltra en los acuíferos o va nuevamente a los ríos, lagos y embalses, para desembocar al final en el mar. Pero la distribución del agua a través del ciclo hidrológico es muy desigual: hay países ricos en agua dulce y países que no lo son y esto limita tanto el consumo como el desarrollo.
 
Debemos tomar conciencia de que el agua es un recurso natural escaso. Además del consumo humano, el agua se necesita para otros fines; agricultura, industria, recreo,…; para no comprometerlos no se debe alterar ni la calidad ni la cantidad del recurso. Por ello, se establece en la legislación europea la cuenca hidrográfica como unidad de gestión integral de todos los usos del agua teniendo como objetivos, promover un uso sostenible del agua basado en la protección a largo plazo y proteger el medio acuático reduciendo y llegando a suprimir los vertidos, las emisiones y las pérdidas de sustancias peligrosas.
 
Los gestos individuales son importantes. Reducir el consumo doméstico tiene un importante significado: se ahorra agua para épocas de sequía; se reduce la cantidad de agua a depurar y por tanto se avanza en la reducción de vertidos a los ríos y se evita la sobreexplotación de acuíferos, con lo que se minimizan las posibilidades de las intrusiones marinas. La actitud individual ayuda a que la sociedad en su conjunto haga lo mismo: en la agricultura, un menor uso de agua evitaría las filtraciones de nitratos y plaguicidas a los acuíferos; en la industria se generaría también una menor cantidad de aguas residuales.
 
Todo ello contribuye a preservar un recurso, el agua, del que depende la vida.

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