En relación a la decisión ¿Apoyar al movimiento de los indignados? esta es una opinión de Jose Sánchez-Alarcos

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Esta es mi opinión de experto

El nombre mismo de “indignados” está tomado del título de un libro de un estalinista nonagenario y ya es digno de toda sospecha.
Muchos están hartos pero no quieren tener nada que ver con gente como la del 15M. Partidos políticos y sindicatos no son una referencia válida pero el 15M tampoco.

El balance del 15M es negativo, como lo ha sido el “Tea Party” en Estados Unidos y por razones similares.
 
En estricta teoría, los partidos políticos deberían garantizar que se funciona como una sociedad democrática pero los hechos son tercos y muestran que los partidos,  y sus primos los grandes sindicatos, recurren a los principios como herramienta de marketing pero, en realidad, funcionan como una corporación comercial que defiende sus propios intereses.
 
Por ejemplo, cuando nos plantean el falso dilema entre recorte o apoyo a la inversión productiva, se omite algo interesadamente: Incluso en el mejor de los mundos para la inversión productiva, la corrupción o el despilfarro no son bienvenidos y deben ser recortados pero no es así. Los partidos políticos tienen un problema consistente en la necesidad de “colocar” a sus fieles no en el propio partido sino en el Estado, entendiendo como tal también Comunidades Autónomas, Diputaciones, Ayuntamientos y empresas públicas.
 
Por ello, se prefiere meter la mano en el bolsillo del ciudadano en lugar de recortar donde habría que hacerlo: Una eliminación de Diputaciones, una reducción de Ayuntamientos, una eliminación de empresas públicas inútiles y una racionalización del funcionamiento de Estado y Comunidades Autónomas significaría que, de repente, un montón de fieles del partido en el poder se quedan sin SU puesto.
 
Naturalmente, punto por punto lo dicho para los partidos es válido para los sindicatos mayoritarios -veanse los dos macrocasos de Andalucía- que pueden considerarse como la FP de la política: Un discurso trasnochado que contrasta con el comportamiento faraónico tanto de sus dirigentes como de sus cientos de miles de “liberados” de aquello que sí hacen aquellos a los que supuestamente defienden, es decir, trabajar.
 
Es en este contexto de hartazgo, desengaño y sensación de estafa en el que empezaron a salir distintas plataformas ciudadanas. Con diferencia, la más conocida ha sido el 15M y vaya por delante que la autodenominación de “indignados”, tomada del título de un libro de un estalinista nonagenario, es digna de toda sospecha. Los hechos posteriores mostraron que, como era esperable, el 15M cayó en manos de los más radicalizados y fue instrumentado por algunos partidos políticos. La consecuencia es que muchos ciudadanos, hartos del estado de cosas pero que no quieren tener nada que ver con gente como la que aparece como caras visibles del 15M, se ha quedado sin referencias: Los partidos políticos y los sindicatos no son una referencia válida pero si la principal de las plataformas ciudadanas es el 15M…tampoco.
 
Algo parecido ocurrió en Estados Unidos con el tea-party. Décadas de bipartidismo pueden haber llevado a muchos americanos a creer que los dos principales partidos se parecen demasiado y, además, en lo mismo que los españoles: No funcionan con principios sino como corporaciones con intereses donde sus resultados se miden en términos de cuotas de poder. El tea-party como plataforma ciudadana podía haber sido una forma de romper ese esquema pero, una vez que apareció como representante de la derecha más rancia y extrema, muchos desengañados del modelo tampoco quieren nada que ver con el tea-party.

La lógica de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” nunca ha sido buena. Mucha gente se siente desengañada por la gran estafa nacional que representa el funcionamiento de los partidos políticos y sindicatos pero cuando la protesta es aglutinada por alguien como el movimiento 15M...o nuevos partidos que aspiran a heredarlos, la idea de que “siempre hay un infierno peor” empieza a tomar cuerpo.
 
Es mucha la gente que se queda sin referencias pero eso no debería significar abrazarse al primer loco o demagogo que venga con soluciones que inviten al viejo "Virgencita, virgencita, que me quede como estaba"

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