En relación a la decisión ¿Desinteresarme de la política a causa de la corrupción? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

No es lo mismo criticar ciertas acciones de políticos desde una posición de apoliticismo y exceso moralista (el sentido de enjuiciar desde un nihilismo que se ignora), que hacerlo para contribuir a la justicia, honestidad, cumplimiento de las leyes y coherencia enntre las ideas y la acción.

   En el rechazo a la política y los políticos, en los países democráticos, aduciendo que todos son corruptos y/o ineptos, hay al menos dos cuestiones importante a analizar. Una es la falta de información y de conocimiento del sistema democrático y de la noción de política. La otra tiene que ver, en ocasiones, con una perspectiva política de corte anarcoide, que supone todo poder como corrupto. Foucault no estuvo nada lejos de pensar así respecto a la totalidad de la cultura, aunque en cierto momento tuvo debilidades por Jomeini... En el fondo de los primeros hay cierto apoliticismo, porque cuando los partidos desaparecen no desaparecen los gobiernos ni la burocracia, sino que surgen bajo la forma de dictadura. Ni en Italia ni en España todos los políticos son corruptos, ni han dejado de funcionar las instituciones, aunque hay muchos que sí lo son, en mayor o menor grado, e instituciones que sufren grietas. ¿Qué hacer? Hacer política, es decir: actuar, en la medida en que podemos, manifestándonos, opinando, participando de cuanta institución pueda representar nuestros deseos y críticas con el fin de no dejar toda la política en manos de los "profesionales".             
      Todos somos políticos (como bien pensó ese gran observador que fue Aristóteles), porque no hay ningún individuo que no pertenezca a la polis, a la ciudad, a la ciudadanía, a lo común. En la crítica maximalista de los políticos y del poder subyace en muchas ocasiones una tiranía del uno. Por otro lado, y bajando al terreno de lo más inmediato, asistir a una reunión de comunidad de vecinos, donde se dirimen cuestiones de poca complejidad, y que debería resolverse con pocas palabras y sin exceso de entendimiento, es una buena prueba para que todos seamos más comprensivos con la complejidad de dirigir un país. Más comprensivos quiere decir: necesitados de hacer un esfuerzo de comprensión.
      Ante la critica maximalista de la política y los políticos lo primero que se pierde es la comprensión en el sentido de valorar los datos, y lo que el moralista gana es un exceso de juicio: juzgar es fácil, comprender cuesta un poco más. Comprender no es aceptar ni perdonar, es saber lo que hay y pensar en consencuencia. La política exige de nosotros el examen y la crítica, la vigilancia, la afirmación y la protesta, precisamentete porque en ella nos va nuestra libertad, crecimiento, justicia, dignidad y desarrollo. Hay que evitar el narcisimo de quien totaliza, porque nunca se supone a sí mismo inserto en la crítica, precisamente porque ve la política y el poder como una realidad fuera de sí mismo, sin analizar que cualquier individuo participa, así sea mínimamente, de decisiones políticas y actuaciones que supone ejercicio de poder.
   Ser crítico verdaderamente supone no situarnos fuera de la realidad social. La crítica es necesaria para el avance de nuestras sociedades, del pensamiento, de la moral, pero sólo se puede ejercer desde la asunción de nuestra ciudadanía. No signfica identificación con tramas corruptas, acciones delictivas o abusos de poder, sino la necesariedad de aplicar el análisis y la repulsa moral desde la perspectiva del ahondamiento en la política (democrática). No es lo mismo criticar ciertas acciones de políticos desde una posición de apoliticismo y exceso moralista (el sentido de enjuiciar desde un nihilismo que se ignora), que hacerlo para contribuir a la justicia, honestidad, cumplimiento de las leyes y coherencia enntre las ideas y la acción.
    
  
 
 

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