En relación a la decisión ¿Pensar que se vive mejor cuanto más dinero se tiene? esta es una opinión de Juan Malpartida

No

• Juan Malpartida
• Crítico literario

Esta es mi opinión de experto

          Pero, ¿qué es el dinero? Sin duda, el dinero es algo más que el dinero, por eso hablamos de él sin ponernos de acuerdo del todo. Por lo pronto es un símbolo respaldado por el Estado (los Estados) y por la sociedad, que otorgan un determinado valor a la unidad. La ecuación dinero-felicidad necesita, para ser correcta, de una interrogante a despejar: el ser humano es deseo, es decir, percepción de que algo le falta. Si hacemos coincidir ontológicamente el deseo con el ser humano, entonces es infinito en la media en que todo ser humano está inserto en la temporalidad: su ser no le es dado del todo (entre otras cosas por ser eminentemente social en el sentido de que conforma su imaginario y su sentido en la voluntad individual y colectiva). Tenemos, pues, el Deseo y las apetencias, que no es lo mismo. La felicidad tendría que ver sobre todo con el deseo, en la medida en que hemos puesto a la riqueza (y no el comer o cubrirnos del frío en invierno) como ideal, como un exceso productivo que vendría a responder al exceso de carencia.
         
Desde los estoicos, que pretendieron una filosofía del buen vivir, se ha mantenido, con mayor o menos intensidad, la reflexión sobre las condiciones que pueden hacer posible la felicidad. Con gran astucia, los antiguos estoicos, que aún no vivían en un mundo con tantas ofertas (creación de deseos) como el nuestro, pensaron en el equilibrio, en sospechar en alguna medida de los placeres y al tiempo concedérselos de manera moderada: cuanto menos necesitamos, más fácil es complacernos. Sabido es que el coleccionista (por pensar en una actitud muy reveladora) se otorga placer de manera continua al precio de no alcanzar nunca su meta: es tan feliz como desdichado.
Por otro lado, no todo rico se complace a través de transformar el dinero en objetos (o procesos) sino platónicamente, en la contemplación de la cifra. Para ciertos ricos, pasar de sesenta millones de euros a sesenta y uno es una aspiración, aunque no revierta en su cuerpo, por decirlo de alguna manera, aunque sus sentidos no puedan percibirlo. Su placer dvendría de la contemplación de lo abstracto. En cierto sentido (se lo preguntaremos a Enrique Baca) podría conincidir con el delirante, sólo que en uno la cifra es real (aunque intocable en la medida en que no la traduce en objetos o acciones) y en el otro está sostenida por su imaginario.
Volveré.