En relación a la decisión ¿Tener una cita a ciegas? esta es una opinión de Julio Pérez-Tomé Román

No

• Julio Pérez-Tomé Román
• Consultor Innovación, Social Media, Marketing y Comunicación

Esta es mi opinión de experto

Una cita a ciegas ocupa uno de los primeros puestos en las situaciones de morbo que tanto atraen al ser humano. Curiosidad y atracción se intensifican al máximo. Si el morbo forma parte del comportamiento de una persona, es comprensible que acceda a esta posibilidad. Pero es comúnmente aceptado que dejarse llevar por el morbo –sea del tipo que sea– no es un rasgo que muestre buena imagen. En general el conocimiento es fundamental para tomar una decisión libremente. La ignorancia o la falta de datos e información nos condiciona. En cuestiones de poca importancia es posible arriesgarse a la hora de optar alguna de ellas.
 
Sin embargo, en los temas importantes –vitales, profesionales, salud…– lo razonable es informarse bien antes. Por tanto, a la hora de iniciar una relación sentimental es lógico que nos manejemos con información fiable y evitar contextos artificiales que contaminan el conocimiento mutuo. Las relaciones sociales por amistad, parentesco, profesional… permiten conocer a las personas en su medio natural y, por tanto, nos ayudan a valorar las cualidades y valores de una persona con la que se supone tenemos la intención de comprometernos. Arriesgarse a una cita a ciegas equivale a comer sin saber bien qué. Alimento es pero no es seguro que nos siente bien.
 
Las relaciones afectivas son mucho más sensibles y complejas que nutrirse sin más. Por la propia naturaleza de lo que es una cita a ciegas, difícilmente el comportamiento mutuo será de fiar, precisamente porque no sabemos cómo es realmente la otra persona. No digo que no pueda acabar bien. Digo que es arriesgado y que lo normal es que suponga, al menos, una pérdida de tiempo o la posibilidad de complicarse la propia vida sin necesidad.