En relación a la decisión ¿Aprender de la historia? esta es una opinión de Maria Viñas Pich

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Esta es mi opinión de experto

Es bueno y necesario conocer la historia. Pero no por eso, tenemos que dejar de precavernos sobre los abusos que de ella se puedan hacer. Es bueno recuperar la historia, pero “vacunados” de todo resentimiento histórico que nos ciegue y aparte de nuestra finalidad primordial: el presente.

Lo miremos desde el ángulo que lo miremos, somos históricos: somos seres que, para haber empezado a ser, hemos dependido de la historia. Como apunta Alfredo Rubio, co-autor de la Carta de la Paz dirigida a la ONU, “cualquier cosa distinta de las que incidieron en nuestro origen habría ocasionado que no existiéramos”. Esta evidencia, que se nos muestra tan clara y diáfana, para los que han vivido episodios terribles de la historia, les supone un puñetazo de tal calibre que difícilmente pueden “tragarlo”.  La Carta de la Paz, en su punto IV, señala: “Es fructuoso conocer la Historia lo más posible. Pero vemos que no podemos volverla hacia atrás. Vemos, también, que si la Historia hubiera sido distinta -mejor o peor-, el devenir habría sido diferente. Se habrían producido a lo largo de los tiempos otros encuentros, otros enlaces; habrían nacido otras personas, nosotros no. Ninguno de los que hoy tenemos el tesoro de existir, existiríamos. Esto no quiere insinuar en absoluto que los males desencadenados por nuestros antepasados no fueran realmente males. Los censuramos, repudiamos y no hemos de querer repetirlos. La sorpresa de existir facilitará que los presentes nos esforcemos con alegría para arreglar las consecuencias actuales de los males anteriores a nosotros.” Si descubrimos la existencia como el mayor bien que poseemos –pues sin ella no pueden darse ningún otro bien posible como la vida, el amor, la amistad, la libertad, la paz,...-, y aceptamos que somos seres históricos, fruto de esta la historia, concreta, tal y como pasó y no otra... estaremos inmunizados contra cualquier resentimiento histórico que pudiera colarse al hacer un mal uso o abuso de la memoria [histórica]. Entonces, desearemos que nos muestren y enseñen nuestra historia de la manera más objetiva posible. La historia familiar, grupal, nacional... los aciertos, errores, incluso las maldades y las injusticias,... todo toma otro cariz cuando uno cae en la cuenta que sólo esta historia –y no otra- posibilitó mi existencia. Hoy en día, ya nadie niega que es bueno y necesario conocer la historia. Pero no por eso, tenemos que dejar de precavernos sobre los abusos que de ella se puedan hacer. Tzvetan Todorof, dice que estamos en una época en que los occidentales, y más concretamente los europeos, parecen obsesionados por el culto a la memoria. Señala que, aunque hay que procurar que el recuerdo se mantenga vivo, la sacralización de la memoria es algo discutible. Debemos permanecer alerta para que nada pueda apartarnos del presente, y también para que el futuro no se nos escape de las manos. Otro autor contemporáneo, el historiador francés Jacques Le Goff, experto en la Edad Media y de gran trayectoria interdisciplinar nos recuerda que: La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento. En un momento como el actual en que en tantos lugares del mundo se están desarrollando leyes para la recuperación de la memoria histórica, esta evidencia que señala la Carta de la Paz en su punto IV, es el marco por donde podemos recuperar la historia, estudiarla, profundizar en ella, pero “vacunados” de todo resentimiento histórico que nos ciegue y aparte de nuestra finalidad primordial, tal como señalan Todorof y Le Goff: el presente.

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