En relación a la decisión ¿Crees imprescindible tener una idea novedosa para ser emprendedor? esta es una opinión de Mariano Aisa Gómez

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Esta es mi opinión de experto

No lo creo imprescindible si, por idea novedosa, se entiende la introducción de un nuevo producto o servicio en el mercado. Sí me parece fundamental que la iniciativa emprendedora esté basada en ofrecer una mejora competitiva a una oferta ya existente: por precio, calidad, o emplazamiento.

No lo considero imprescindible si, por idea novedosa, se entiende la introducción de un nuevo producto o servicio en el mercado. Sí me parece fundamental que la iniciativa emprendedora esté basada en poder ofrecer una mejora competitiva a una oferta ya existente: por precio, por calidad, por emplazamiento geográfico; (establecer una tienda de chucherías para niños justo al lado de otra existente y reputada en el barrio sería, en principio, una mala iniciativa).
 
La idea novedosa, realmente novedosa, habrá que estudiarla con especial atención y cautela. Puede suponer un gran éxito, (todos recordamos casos excelentes), pero puede significar, con una mayor probabilidad, un rotundo fracaso, (lo que sucede en muchos más casos, aunque sepamos menos de ellos). El introducir en el mercado un producto o servicio nuevos exige, no ya el atraer a una demanda existente, sino el crear una nueva demanda; es decir, interesar a nuevos futuros clientes en algo en lo que, hasta ahora, apenas habían pensado o necesitado conscientemente. Y eso puede ser arriesgado, o exigir tiempo y suficientes recursos financieros.
 
Sobre la incertidumbre inherente al lanzamiento de una idea nueva, recordaría un caso que todos hemos conocido: la telefonía móvil. El móvil para voz tuvo un éxito, -velocidad en su difusión-, como nunca había tenido un producto tecnológico. En una década se pasó, en los países desarrollados, desde una implantación nula a superar, en licencias de teléfonos móviles, al número de habitantes de cada país. La demanda excedió, con mucho, cualquier pronóstico. En España, por ejemplo, serios estudiosos del mercado habían estimado un techo absoluto de 4 o 5 millones de aparatos. Pues bien, en el año 2005 ¡se habían superado los 40 millones!
Con estos antecedentes, y cuando los avances en tecnología lo hicieron posible, el entusiasmo de fabricantes de aparatos y de operadores de redes para lanzar los smartphones era, a principios de los años 2000, indescriptible. Los concursos en España de concesión de frecuencias UMTS (3G) fueron reñidísimos. Todos los competidores imaginaban millones de clientes comprando entradas o billetes con el móvil, viendo vídeos, comunicándose por imagen, etc. Bien, hoy sabemos que todo eso ha llegado, que los pronósticos eran ciertos. Pero no lo eran las estimaciones sobre el tiempo y recursos necesarios. Ha sido un largo proceso, plagado de fracasos, pérdidas económicas y de empleos. Ahora sabemos que se pensó alegremente que, ofrecido un avance tecnológico, habría una demanda potencial inmediata, y no era así. Hubo que ir creando, poco a poco y utilizando enormes recursos financieros, esa demanda.

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