En relación a la decisión ¿Pactar el régimen de visitas de nuestros hijos con mi expareja? esta es una opinión de Osvaldo Daniel Ortemberg

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Esta es la opinión del experto

El autor apela a la responsabilidad de los padres separados para que contemplen los intereses y el bienestar de sus hijos. Y que incluso acuerden entre ellos con quién pasaran los hijos las fiestas familiares.

En su artículo " Hijos de padres separados: régimen de visitas durante las fiestas" en la web "abogado de familia", Ortenberg opina que el padre que no tiene la custodia de sus hijos "tiene lo que se llama "derecho de visitas", que consiste en verse periódicamente con sus hijos, controlar su salud, su educación, y todo lo relacionado con su vida y crecimiento. En los convenios que hacen los padres como lo que en ausencia de éste establece el juez, se contempla los días y horarios de las "visitas" del padre que no tiene la custodia de sus hijos. Pero lo que habitualmente no se contempla es con quién pasan los niños las fiestas familiares, tanto los cumpleaños, los aniversarios y, por supuesto, las fiestas tan significativas como son las de nochebuena, navidad, fin de año y año nuevo."
 
"Esta omisión suele llevar a situaciones muy dolorosas para los hijos, consistente en que el padre no conviviente reclama que en alguna de ellas sus hijos estén con él y, eventualmente, su familia. El otro progenitor suele rechazar esta solicitud con la misma firmeza con que el otro hace la reclamo."
 
"Las fiestas de navidad y año nuevo tienen una significación emocional muy importante para todos nosotros y más aun para los niños, a quienes se les están forjando sus recuerdos futuros. Se trata de reuniones equivalente a un cumpleaños no individual, sino de toda la familia y esta significación afectiva es potenciada por todo el entorno social, que las vive con idéntica intensidad y significación. En esta situación, el rechazo a que el progenitor que no tiene la guarda pueda estar o comunicarse con los niños durante estas fiestas, les dejará a éstos un sentimiento de pérdida muy doloroso porque percibe como abandono amoroso esta ausencia. Y destacamos el aspecto de comunicación dado que es la que garantiza que, ante la realidad que los hijos no pueden estar al mismo tiempo con ambos padres, y que estos, separados, no tienen por qué verse compelidos a participar en la misma fiesta, es la comunicación la que permite la presencia, no física, pero si del cariño del progenitor ausente. Esta presencia afectiva del ausente puede materializarse con una llamada telefónica después de las 12 de la noche o ir a su encuentro después de esta hora y estar un rato con sus hijos, y todas las variables con que la buena voluntad de ambos padres pueda facilitar la presencia afectiva del progenitor que en estas fiestas no está con los niños."
 
"Así como suele no estar previsto en los acuerdos de visitas con quién pasarán las fiestas los niños, los mismos progenitores suelen no anticiparse a tratarlo entre ellos y con sus hijos ante la proximidad de las mismas. Cuando se produce la comunicación suele ser a último momento y en base a "entendidos" que, en general, son malos entendidos. El resultado es la crispación en lugar del diálogo y la rabieta entre ambos, que los hijos perciben aunque nada se les diga, con lo cual el conflicto emocional que llevó a la separación de sus padres se le transfiere a los hijos, incorporando el mismo sentimiento contra el progenitor ausente."
 
"De este modo se disocia a los niños que por un lado, como hijos, sienten que el ausente los abandona, y por otro, identificados con el rechazo del progenitor que tiene la guarda contra el otro, odian al progenitor ausente. En esta posición de incomunicación, los padres piensan y actúan en función de sus propios sentimientos e intereses sin contemplar los intereses de sus hijos, aunque es lo que suelen invocar."

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