En relación a la decisión ¿Creer que la Virgen María es la madre de Dios? esta es una opinión de Pedro Luís Rodríguez Panizo

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Esta es la opinión del experto

La afirmación de que María es madre de Dios, Theotókos, es al mismo tiempo una confesión de fe cristológica. María da a luz a un hombre que es el Logos divino.

El profesor Pedro Rodríguez Panizo, en su artículo «María en el dogma», analiza los dogmas marianos, empezando por María "Madre de Dios".
 
En lo que se refiere al dogma de María “Madre de Dios”, Theotókos, señala como ya el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar afirmaba que dicho título se refiere también a Cristo.
 
Rodríguez Panizo expone como la verdadera intención del Concilio de Éfeso (431) en el que este dogma fue proclamado, era conservar en el mismo título de la theotókos (Madre de Dios) la confesión cristológica, o sea que Jesús era verdadero hombre y verdadero Dios. Dicho por palabras de O. González Cardenal «María no es madre de Dios porque él comience a existir naciendo de ella, ni porque María, en cuanto criatura, dé origen a su Creador, que sería puro panteísmo o politeísmo, sino que el Verbo toma de las entrañas de María el principio de su ser encarnativo». María es madre de Dios porque da a luz a un hombre que es el Logos divino «nacido según la carne», comprometiéndose «en una hora histórica y concreta a servir en cuerpo y alma a la humanización del Logos de Dios en el Dios-hombre Jesucristo»; y por eso, tal como afirman A. Müller y D. Sattler,  estamos ante «una confesión de fe cristológica en una forma de expresión mariana».
 
En aquella época, Nestorio negaba que María pudiese llevar el título de theotókos, pues, ponía tanto el acento en la humanidad de Cristo y en la separación de las naturalezas que tendía a separar un ser divino y otro humano. A lo sumo, podría llamársele «madre de Cristo» (christotókos), «madre del hombre (anthropotókos) o «receptora de Dios» (theodóchos). El escándalo que sufrió Nestorio ante el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios lo formula bellamente Olegario González de Cardenal en estos términos: «¿Era posible reconocer a Dios gestándose en las entrañas de una mujer, naciendo en la debilidad absoluta, estando a merced de una situación humana que puede hacer todo con él, hacerle perecer o deshacerse de él».
 
Finalmente, cabe decir que la maternidad de María tiene, en la mentalidad tipológica de los Padres de la Iglesia antigua, un gran papel como modelo de la maternidad de la Iglesia. A Justino y a Ireneo de Lyon debemos el famoso paralelismo Eva-María. Ireneo de Lyon contrapone la desobediencia de la primera a la obediencia de la segunda, siendo por ello causa de salvación para sí y para el género humano. Como una madre dona al hijo la vida que ha recibido de Dios, así la Iglesia incorpora a los creyentes, por el bautismo (morir y resucitar con Cristo), a la vida infinita del Dios Trino, haciéndose el espacio donde es posible vivir con alegría y esperanza, en el «ya sí, pero todavía no» de una existencia liberada, salvada, redimida. La Iglesia es un gran seno virginal y materno que recoge a los hijos que la sociedad expulsa y abandona en las cunetas de la historia.
 
Fuente: Rodríguez Panizo, Pedro. «María en el dogma». Sal Terrae, 98 (2010), p. 883-893.

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