En relación a la decisión ¿Recordar sin resentimientos? esta es una opinión de Francesc Marc Álvaro

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Esta es mi opinión de experto

El experto afirma que “todas las víctimas merecen respeto”. Para argumentar que conviene recordar sin resentimientos, se basa en conceptos como democracia de valores constructivos y diálogo, al tiempo que rechaza las “jerarquías del dolor” y la existencia de memoria correctas e incorrectas.

En palabras de Francesc Marc Álvaro Vidal, “desarmar la historia debería ser un compromiso firme para enfriar el recuerdo y para evitar, en una democracia, que el pasado sea un campo de batalla para la conquista del poder; (...) debería servir para forjar consensos básicos, tal vez modestos, pero capaces de abrazar al mayor número posible de ciudadanos. Este imperativo ubica la memoria pública en un terreno delicado, que es el de la construcción de una cultura política del diálogo; sabemos muy bien –en España más que en otros sitios–­ que sin una cultura política que abogue por valores positivos (el pluralismo, el respeto a la diferencia, el pactismo, la responsabilidad, la tolerancia, la confianza, la continuidad, etcétera), la democracia es un sistema hueco, permanentemente lastrado por inercias que bloquean la toma de decisiones y la consecución de objetivos colectivos de gran calado. Sin valores constructivos que alimenten su base, el quehacer democrático deviene rutina vulnerable a actitudes poco o nada democráticas: excluyentes, autoritarias, sectarias”.
 
Por otro lado, "es necesario añadir que desarmar la historia, desarmar la memoria pública, es algo que no puede hacerse si no nos atrevemos a proclamar que no existen jerarquías del dolor y que tampoco existen memorias correctas o incorrectas que deban confrontarse en busca de un premio hipotético. Todas las víctimas merecen respeto, todas las personas tienen derecho a recordar y a olvidar; acaso no esté de más subrayar que la memoria es siempre el producto final de una dialéctica dramática entre el recuerdo y el olvido, y que toda colectividad debe encontrar, a su modo, la proporción exacta de memoria que necesita para poder vivir en paz y afrontar su futuro. A la postre, el reto político que está encima de la mesa en las sociedades democráticas consiste en gestionar sin imposturas ni trampas la presencia del pasado incómodo en nuestro presente acelerado, y hacerlo con inteligencia, altura de miras y voluntad de entendimiento”.

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