En relación a la decisión ¿Sentirnos culpables por eventos ocurridos cuando no existíamos? esta es una opinión de Maria Viñas Pich

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Esta es mi opinión de experto

Los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males anteriores a nosotros, pues no existíamos. La aceptación de la Historia –con sus luces y sus sombras-, es el mejor motor para trabajar con esfuerzo en mejorar las consecuencias de los males del pasado, y no repetirlos.

La historia de la Humanidad es un compendio de bienes y males, algunos propios de un universo limitado y otros –tanto físicos como morales- ocasionados por los seres humanos de modo más o menos deliberado y que podrían haberse evitado. La asunción de estas premisas es fundamental para consolidar la paz.
Somos seres mortales y nuestra existencia es limitada, tenemos un final. Esta realidad, pese a ser evidente, nos resulta muy difícil de aceptar y es causa de enormes conflictos. Otra realidad, no menos evidente pero sí menos percibida, es que nuestra existencia tiene un principio, es decir, un límite en su inicio. La Carta de la Paz dirigida a la ONU se apoya en esta evidencia: en el pasado los contemporáneos... no existíamos.
En palabras del Dr. Alfredo Rubio, coautor de la Carta de la Paz:
«Soy algo que antes ni era. Que empezó a ser. Que ahora estoy siendo. Un día -¿una noche?- sé que cesará este modo de vivir. Lo recuerdo siempre, pero no me importa. Vivo.»
Esta evidencia, esta «sencilla razón de que [antiguamente] no existíamos» tendría que abrirnos los ojos a la realidad en vez de ocultarla o deformarla con subterfugios, muchas veces muy sofisticados; y permitirnos ser conscientes de las muchas consecuencias que de ella se derivan.
Una de ellas es que los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males anteriores a nosotros. Como dice la Carta de la Paz dirigida a la ONU en su punto I, la causa es sencilla, pero decisiva: los que hoy vivimos no existíamos cuando se cometieron dichos males. ¿Cómo vamos, pues, a ser responsables o culpables de hechos que no realizamos nosotros sino nuestros antepasados? ¿Cómo podemos arrogarnos glorias pasadas que, aunque nos afectan, no son producto de nuestras acciones?
Otro tema, pero también relacionado con este es el de la responsabilidad histórica de las instituciones. Como señala la Carta de la Paz en su punto VIII: Los representantes actuales de las instituciones que han perdurado en la Historia, no son responsables de lo sucedido en el pasado, pues ellos no existían. Sin embargo, para favorecer la paz, esos representantes han de lamentar públicamente, cuando sea prudente, los males e injusticias que se cometieron por parte de esas instituciones a lo largo de la Historia. Así mismo, han de resarcir en lo posible, institucionalmente, los daños ocasionados.
Afortunadamente, hoy en día, son muchas las voces que se alzan pidiendo perdón o lamentando injusticias y males ocurridos en el pasado. También es admirable la labor llevada a cabo por las comisiones de la verdad y la reconciliación, y las iniciativas para la recuperación de la memoria histórica. Todas ellas sean bienvenidas, sobre todo las que no se quedan ancladas en el pasado, si no que nos mueven a todos, a trabajar con denuedo para mejorar el presente, y a seguir combatiendo aquellas y otras injusticias similares que se siguen perpetrando a nuestro alrededor.

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