En relación a la decisión ¿Creer que la Virgen María es virgen? esta es una opinión de Teresa Forcades i Vila

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Esta es la opinión del experto

El dogma de la virginidad de María no limita la posibilidad de realización humana al marco de una relación de pareja, sino que sitúa nuestra realización personal en el plano de la intimidad de nuestra relación con Dios, expresada en el amor a los demás.

¿Qué sentido tendría pensar que María concibió a Jesús por medio de una relación sexual con José o con otro varón, y que posteriormente o simultáneamente Dios de alguna forma hizo que éste que fue o que estaba siendo concebido fuese Hijo de Dios y Dios verdadero? A partir de esta pregunta Forcades se planteará que el problema de una explicación como ésta no radica en que resulte increíble, ya que la explicación de que María concibió por obra del Espíritu Santo es igualmente increíble. Lo importante, afirma esta teóloga, son las consecuencias existenciales que se derivan de esta forma de concebir la Encarnación. Quien así pensara, afirmaría que la única posibilidad de realización humana es tener una relación de pareja.
 
En cambio, ara esta religiosa benedictina nuestra realización personal, nuestra cristificación, la plenitud de nuestro potencial humano no depende de si tenemos pareja o no, o de si tenemos o no relaciones sexuales; depende sólo de nuestra capacidad de amar a Dios y esta capacidad de amar a Dios se reconoce en el amor a los demás, sobre todo a los que no cuentan (opción preferencial por los pobres). Si María no pudiese concebir a Jesús sin José o sin otro varón, nuestra cristificación (la posibilidad de concebir a Cristo dentro nuestro y de darlo a luz en el mundo) no sólo quedaría vinculado a una relación de pareja, sino muy particularmente a una relación de pareja heterosexual (la única capaz de gestar hijos biológicos).
 
El dogma de la virginidad de María, en cambio, sitúa nuestra realización personal en el plano que le corresponde: en la intimidad de nuestra relación con Dios (que se muestra en el amor a los demás).
 
Asimismo, esta autora afirma que hay en la persona una dimensión esencial irreductible que no se puede entregar ni a Dios mismo: es la condición de posibilidad de la co-creación, el núcleo de mi alteridad respecto a Dios y respecto a toda otra criatura, mi dignidad inalienable, mi libertad. No es un espacio que sea necesario proteger o preservar. Tan sólo hay que reconocerlo. Cuando más centrada está la persona en este espacio, más capaz es de darse, de amar sin dependencias y sin límites tal como Dios nos ama.
 
Finalmente concluye Forcades que el punto decisivo de la virginidad de María para el cristianismo del futuro es indisociable de su maternidad: a la maternidad le corresponde la noción de co-creación y a la virginidad la noción de libertad radical que la hace posible.
 
Fuente: Forcades i Vila, Teresa. «Os dogmas marianos». Encrucillada 175 (2011), p. 511-528.
 

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