Las sociedades occidentales son el reclamo para muchos inmigrantes que acuden a ellas en busca de un futuro mejor. Estas personas extranjeras no tienen, en su mayoría, una situación regularizada y viven situaciones complicadas, en términos de inclusión social efectiva.
El hecho de que haya un éxodo masivo al primer mundo hace que se plentee la cuestión de ayudarles o no. Para algunas personas es una forma de solidaridad, para otras es un riesgo por el efecto llamada de más inmigrantes, poniendo en peligro los sistemas sociales y económicos.
Si bien existen procesos migratorios autónomos y con condiciones favorables, también existen situaciones donde la persona inmigrada no cumple los requisitos estipulados en la ley, cayendo en la categoría de “sin papeles” que es la situación cuando no se encuentra regularizada y vive en un país extranjero. Por su condición de “irregulares”, tienen múltiples dificultades de inclusión efectiva en la sociedad en diversos ámbitos: para encontrar un trabajo digno, acceder a servicios sociosanitarios y ejercer sus derechos humanos en igualdad de condiciones, además de sus derechos ciudadanos. En ocasiones, estas personas no hablan el idioma del país, no tienen redes de contacto locales, viven con el miedo constante de ser encarcelados o deportados y pueden ser víctimas de discriminación directa. Muchas son las organizaciones internacionales que han alzado la voz en pro del respeto de los derechos humanos de estas personas y el cumplimiento de los tratados internaciones que velan por la seguridad y dignidad de este colectivo, y la necesidad de que se busquen formas de integración efectiva a la comunidad. Algunas personas se preguntan si pueden actuar solidariamente con estas personas y cuál podría ser la mejor manera de hacerlo.
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Muchas veces, el desconocimiento del “otro” viene acompañado de temor y, en ocasiones, del rechazo. Existe un estereotipo negativo en torno a la categoría “sin papeles”, lo que puede frenar la decisión de ayudarles. Se puede asociar que estar sin papeles es un delito y de allí el rechazo como grupo social.
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Ayudar a personas sin papeles repercute positivamente en el aseguramiento de sus derechos, en un trato digno y en la consecución de instancias que permitan normalizar su condición, además de un beneficio para la sociedad porque evita el mercado irregular. El apoyo se debe dar siempre en el marco de la ley, evitando así consecuencias negativas para quienes apoyan estas causas y a sus posibles beneficiarios. Otra consecuencia en el caso de no ayudar a una personas sin papeles es fomentar su marginación y posiblemente su pobreza ante la imposibilidad de aprovechar una oportunidad.
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Es importante comprender los fenómenos migratorios como algo histórico y que ha aumentado con la globalización. Es recomendable acercarse a las vivencias de la persona que está bajo la etiqueta de “sin papeles”, comprender su trayectoria y las causas de su situación. Contactar a organizaciones que trabajen con personas sin papeles y analizar cuál es la mejor forma de ayudar según nuestras posibilidades. Conocer las leyes y los contenidos de éstas respecto de las migraciones trasnacionales.
3 opiniones argumentadas
- Ubaldo Martínez Veiga
- Antropología social