En ocasiones, pasamos momentos en la vida en los que sentimos dolor, pero no físico, sino emocional o sentimental. Comprender, empatizar con el sufrimiento de los otros, teniendo compasión por el prójimo y sus circunstancias puede hacer que se reduzca su padecimiento.
Tenemos, para ello, que mirar qué es lo que sucede a nuestro alrededor y detectar esos focos de dolor inútil, con la esperanza de que comprendamos a las personas, empaticemos con ellas y podamos contribuir a paliarlo o reducirlo, más aún si somos nosotros quienes lo hemos provocado.
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