Una cosa es vivir cerca de gente con otra religión y otra es intentar entender esas otras experiencias de fe, qué significan sus signos, sus símbolos, sus fiestas, para comprender mejor a las otras religiones. Una posibilidad para la convivencia es hacer este intento.
El respeto mutuo empieza por la curiosidad y por el querer entender al que es diferente a nosotros. Si nos cerramos en nuestra única manera de ver las cosas, toleraremos sin aceptar o no toleraremos. La convivencia es un diálogo y, para establecerlo, es necesario entender al vecino.
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