¿Impedir a mis hijos que se chupen el dedo de pequeños?

Chuparse el dedo es uno de los primeros reflejos que, desde el útero materno, desarrollan los bebés, considerándose un comportamiento natural dentro de los primeros años de vida.
Sin embargo, puede pasar de ser un reflejo natural a convertirse en un hábito difícil de superar con consecuencias negativas relacionadas, entre otras, con la “maloclusión” o mal alineamiento de los dientes.
Algunos expertos recomiendan actuar para erradicarlo a partir de cierta edad, mientras que otros aconsejan tener paciencia y evitar castigos o presiones que puedan imprimir una presión poco deseable en nuestro bebé.  

La succión es uno de los primeros reflejos que ya desde el útero materno se desarrolla en los bebés y uno de los más importantes.
Gracias a él, el recién nacido podrá alimentarse y garantizar así su desarrollo. Este reflejo se activa de forma espontánea cuando la boca del bebé entra en contacto con el pecho materno o la tetina del biberón, actos que se denominan de "succión nutritiva", es decir, que están destinados a nutrir el organismo del niño.
Pero las succiones también pueden activarse al contacto con otros elementos ajenos a la alimentación del bebé. Entre este tipo de "succiones no nutritivas" destaca por su prevalencia en un alto porcentaje de bebés la "succión digital", que consiste en chupar de manera innata uno de sus pequeños dedos, en general el pulgar. Chuparse el dedo se considera por tanto un comportamiento natural durante los primeros años de vida del niño y, en la mayoría de los casos, se supera de forma espontánea antes de los tres años de edad.
Sin embargo, en ocasiones, la succión digital se prolonga más allá en el tiempo y pasa de ser un reflejo natural e instintivo a convertirse en un hábito de respuesta a diferentes situaciones. 
Aunque según diferentes estudios chuparse el dedo no es uno de los hábitos de succión no nutritivos más frecuentes, sí es uno de los que más persiste en el tiempo y es más difícil de superar. Por ese motivo, los especialistas recomiendan a las familias actuar para erradicarlo si a partir de los tres años no desaparece de forma espontánea.
La prolongación del hábito de chuparse el dedo conlleva distintos perjuicios para el niño; en especial, los relacionados con el mal alineamiento de los dientes (maloclusión). Los estudios realizados en este ámbito señalan que la succión digital prolongada puede modificar la posición de los dientes e interferir en su crecimiento normal, provocar paladar ojival, incisivos superiores vestibulizados o mordida abierta, entre otros efectos.
Estos daños serán más o menos nocivos en función de la intensidad de la fuerza que aplica el niño a los dientes durante la succión, la cantidad de tiempo que permanece el dedo en la boca y con qué frecuencia practica el hábito durante el día. 

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