
Ante las continuas discusiones de mis padres siento angustia y malestar, cada vez más difíciles de sobrellevar. Me pregunto si debo intervenir o por el contrario debo permanecer al margen, y dejar que ellos solucionen sus discrepancias. Cuando los padres discuten es difícil saber qué hacer. Una primera reacción es sentirse triste y con ansiedad. Seguramente lo que más deseamos es que dejen de discutir ¿Qué hacer? La discusión es entre ellos y no nos implica. Uno se plantea contarles cómo nos sentimos. Igualmente, puede resultarnos difícil escuchar las discusiones de nuestros padres, sobretodo si se producen con mucha frecuencia.
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Normalmente creemos que debemos respetar la intimidad de nuestros padres y no intervenir en sus discusiones, pero ante la frecuencia de éstas y el nivel de enfado debemos plantearnos qué hacer.
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Intervenir en una discusión entre los propios padres puede desatar en ellos más enojo aún y producir un efecto contrario al que uno deseaba. No hacerlo pudiera dejarnos la sensación de quedar pasivos ante una situación que podría mejorar.
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Para tomar esta decisión lo mejor será no actuar impulsivamente ni bajo los efectos emocionales de una discusión, pues precipitarse puede ser peor.