El perdón se plantea cuando existe una herida física o moral provocada por otros. En el caso de un daño recibido por los antepasados, esa herida ya no está abierta en sus víctimas, sino en sus herederos. Así pues, hay que preguntarse si tiene sentido perpetuar el dolor o es mejor el perdón.
La reconciliación pasa por la expresión del perdón y su aceptación. Para ello es imprescindible superar el resentimiento que el daño causó y que se ha transmitido de generación en generación.
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