
La actual crisis económica comenzó en el sector financiero. Muchos grandes bancos europeos no pudieron cumplir con sus obligaciones y se encontraron en peligro de colapso inminente. Los ciudadanos pagaron las consecuencias de años de préstamos y transacciones financieras arriesgadas por los grandes bancos.
La crisis dio un nuevo impulso a una vieja idea: un impuesto sobre las transacciones financieras (ITF), también conocido como la Tasa Tobin o el impuesto Robin Hood. Este impuesto fue diseñado, entre otras cosas, para poner un freno a las operaciones financieras especulativas.
En 2012, el Parlamento Europeo aprobó una resolución instando a los Estados miembros a introducir dicho impuesto. Esta decisión requiere el acuerdo unánime de todos los 28 Estados miembros de la UE. Al final, varios Estados miembros amenazaron con vetar la propuesta, por lo que 11 Estados miembros decidieron ir por su cuenta y tratar de llegar a un acuerdo que sólo se aplicaría a ellos.