Durante la juventud se goza de los placeres corporales intensamente y uno se preocupa, hasta siente temor, por el día en que el cuerpo ya no responda o la salud no lo permita. Por otra parte no todos los ancianos son gente triste, enferma y solitaria. Algunos se muestran muy felices y parecen haber encontrado otros placeres que sustituyen a los de antes.A medida que avanza la vida el cuerpo se desgasta y oxida, lentamente hay que ir abandonando el ritmo de vida que se seguía en la juventud.
Ya sea en los placeres carnales, los deportes o la actividad laboral, todo apunta a que al llegar la vejez se deja atrás la parte más atractiva de la vida.