En relación a la decisión ¿Creer que la Biblia fue inspirada por Dios? esta es una opinión de José Luis Elorza Ugarte

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Esta es la opinión del experto

Este biblista afirma que primeramente la biblia es “palabra humana”, pero también es “palabra de Dios” a pesar de que a veces deseáramos una “palabra de Dios” más divina, más santa, sin menos pecadores, pero entonces sería una “palabra de Dios” desencarnada.

El teólogo José Luis Elorza empieza por recordarnos que la Biblia se fue escribiendo a lo largo de siglos y por muchos autores. En ella se encuentra una literatura variopinta, compleja y hasta contradictoria: leyendas, historias, sagas, páginas míticas, novelas, poesía, profecías, reflexión sapiencial, oraciones, canciones de amor, parábolas y alegorías, leyes, cartas, apocalipsis… la razón de ello es antropológico-existencial: ¡fueron tan plurales las situaciones que vivieron los hombres y mujeres de Israel-Judá y de la iglesia primitiva, tan contradictorias sus experiencias y reflexiones que necesitaron expresar! Lo fue tanto como lo es el corazón humano.
 
Y subraya como en la Biblia prevalece “lo experiencial y lo existencial”, lo vivido, lo experimentado en la soledad, en la interioridad del ser humano y en la sociedad. Se trata de un libro profundamente humano que nos ayuda a comprender nuestro corazón con su inabarcable y a veces desgarrada complejidad. Y afirmará que lo primero que hay que decir es que es “palabra humana”, por varias razones. Por su origen, por el modo como fue escrito, por su lenguaje, por su contexto histórico-cultural y sobre todo por su temática, el ser humano real viviendo su existencia en este mundo.
 
Pero entonces ¿la Biblia es también “palabra de Dios”? se pregunta este biblista. Y responderá diciendo que a muchos les extraña, chocan o escandalizan tantas páginas nada espirituales ni ejemplares en la Biblia. Quizá desearían una “palabra de Dios” más “divina” más depurada de personajes nada modélicos, de comportamientos violentos, sexuales o machistas, más limpia de error dogmático, más pura de toda idea, valor o mandato trasnochados. Una “palabra de Dios” santa, sin pecadores, sin historias sucias, sin leyes inadmisibles hoy día.
 
Y se interroga nuevamente ¿quisiéramos una “palabra de Dios” desencarnada, limpia del barro de este mundo? Sería palabra para ángeles, irreal y no significativa para los hombres y mujeres de este mundo, errantes pero buscadores, viviendo un caminar vacilante entre el error y la verdad, tanteante entre progresos y retrocesos. Sería palabra intemporal, no la de un “Dios de la historia” como es el de la Biblia. No sería “palabra de Dios” de no ser palabra encarnada en la belleza y en la suciedad de la historia.
 
Fuente: Elorza, José Luis. «La Biblia, ¿palabra humana? ¿palabra de Dios?: claves de comprensión y lectura». Surge: revista sacerdotal, espiritualidad y apostolado. 654-656 (2009), p. 453-495.

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