En relación a la decisión ¿Definir la identidad por lo que nos diferencia? esta es una opinión de Francesc-Xavier Marín i Torné

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Esta es mi opinión de experto

La creación de identidades, tal como se ha venido desarrollando, tiende a la homogeneización y a ‘castigar’ al heterogéneo: las identidades se definen por enfrentamiento al que es distinto, lo que genera cierto tipo de violencia simbólica hacia éste e impide su integración.

Marín i Torne advierte del peligro de la homogeneización: “El interés por mantener la ilu­sión de una homogeneidad cultural conduce a una atribución de diferencia y una exclusión activa por parte de la cultura más potente, denigrando en los Otros aquellos aspectos temidos y reprimidos en la propia sociedad (Kristeva, 1991) (Grinberg y Grinberg, 1984). Así, la exclusión de los otros supuestamente dife­rentes sirve a la construcción y afirmación de la propia identidad: la cohesión interna implica la satisfacción de saberse perteneciente a un grupo superior con el complementario menosprecio hacia los demás grupos; al mismo tiempo, una mayor cohesión implica una mejor organización para excluir a los demás grupos de la participación en las estructuras de poder. Las diferencias entre los grupos, por tanto, no son la causa de la tensión, sino que se crean socialmente para defen­der el monopolio del poder. Apelar a las diferencias es una estrategia para impedir la inclusión de los otros en los asuntos que afectan a todos. Es lo que la Psicología denomina los mecanismos de las ‘figuras de exclusión’, la alterofobia, el ‘temor a la contaminación’ y a la ‘infección anómica’, la internalización del estigma o el uso interesadamente utilitario de la identidad (Goffman, 1970; Elias y Scotson, 1994; Cacciari, 1996; Krau, 1991 y Simmel, 1967: 402-408)”.
 
Lo que plantea el experto es la posibilidad de definir identidades entendiendo la diversidad y lo diferente como valores enriquecedores, pues, al hacer lo contrario, se ejerce una violencia “simbólica” hacia el que es considerado diferente: “La falta de reconocimiento positivo de la identidad de las demás culturas (‘práctica de omisión’) es el gran problema de los que ejercen ‘violencia simbólica’ sobre los Otros. Por ello, mientras los paradigmas interpretativos sigan siendo los de quienes defienden una concepción basada en el modelo de compartimentos sepa­rados, se seguirán ignorando los factores contextuales ligados a las ideologías y a las actitudes, a las normas y a los valores... Haciéndolo de este modo, nunca primarán las medidas que ayudan a entender la diversidad cultural como un enri­quecimiento (Hofstede, 1994; Kim y Gudykunst (eds.), 1996; Rodrigo, 1999; Samovar y Porter (eds.), 1991; Sarbaught, 1993; y Valle y Moreno (eds.), 2003)”.
 
Fuente: Marín i Torné, Francesc-Xavier. «Interculturalidad:Solidaridad moral y alfabetización cívica». Comunicación 5 (2007) 391-403.

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