En relación a la decisión ¿Creer en el purgatorio? esta es una opinión de Joseph Aloisius Ratzinger

Imagen de Joseph Aloisius Ratzinger
0 votos

Esta es la opinión del experto

El purgatorio es un proceso necesario de transformación del hombre. Con la muerte la decisión fundamental de nuestra vida se cierra, sin embargo no significa que se alcance ya el destino definitivo, pues puede ser que sea necesario limpiar de adherencias esta decisión fundamental.

El Nuevo Testamento no desarrolla totalmente la cuestión de la «situación intermedia» entre muerte y resurrección. Este tema se irá aclarando poco a poco con el desarrollo de la antropología cristiana y su relación con la cristología.
 
En la doctrina sobre el purgatorio la Iglesia ha conservado algo de esta idea de «situación intermedia», pues la decisión tomada en la vida se cierra con la muerte, sin embargo, no significa que el destino definitivo se alcance en ese momento. Puede ser que la decisión fundamental del hombre esté cubierta de adherencias que sea necesario limpiar. Y es esta «situación intermedia» la que en la tradición occidental recibe el nombre de «purgatorio».
 
El «purgatorio» adquiere su sentido estrictamente cristiano cuando se entiende cristológicamente, o sea, desde Cristo. Cuando se afirma que es el propio Cristo el fuego juzgador que cambia el hombre, haciéndolo «conforme» a su cuerpo glorificado.
 
La purificación no se realiza por algo, sino gracias a la fuerza transformante del Señor, que acrisola y refunde nuestro corazón cerrado.
 
El «momento» transformante de este encuentro, no se da en las categorías terrenas de tiempo. No es un momento eterno, sino paso, pero al mismo tiempo definirlo como corto o largo sería ingenuo. Su «criterio temporal» radica en la profundidad de los abismos de esta existencia que son sobrepasados, superados.
 
Se podría decir que el «purgatorio» no es una especie de campo de concentración en el más allá, donde el hombre tiene que purgar unas penas que se le imponen. Sino que se trata de un proceso radicalmente necesario de transformación del hombre, gracias al cual se hace capaz de Cristo, capaz de Dios y en consecuencia capaz de la unidad con toda la comunión de los santos.
 
El sí central de nuestra fe salva, sin embargo en la mayoría de nosotros este sí se encuentra tapado por mucho heno, madera y paja. El hombre recibe la misericordia pero también tiene que cambiar. Y el encuentro con el Señor es precisamente esta transformación, es este fuego que lo acrisola hasta dejarlo libre de toda escoria, pudiendo convertirse en recipiente de eterna alegría.
 
Fuente: Ratzinguer, Joseph. Escatología: la muerte y la vida eterna. Barcelona: Herder, 1992, pag. 204-216.

×

Para poder participar debes ser usuario de Dontknow

Cargando...
×