Para muchos cristianos el purgatorio es un paso intermedio entre el infierno y el cielo, donde se expían los últimos pecados. Esta concepción supone que entrar en el cielo requiere estar totalmente libres de egoísmos, orgullos, vanidad y cualquier otro pecado.
Se trata de una purificación final distinta del castigo del infierno, por lo tanto el purgatorio no es una especie de infierno transitorio, aunque esta imagen del purgatorio siga arraigada en el imaginario de la religiosidad popular.
Purgatorio viene de purgar, de purificar, y no tiene que suponer necesariamente la noción de castigo, lo que tampoco excluye que en ese proceso de purificación no haya sufrimiento. Para plantearse la cuestión del purgatorio hace falta ver que dice la teología actual sobre el purgatorio.
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La principal dificultad para plantearse la pregunta sobre la existencia del purgatorio reside en el imaginario popular que lo concibe como un lugar intermedio y una especie de castigo de un Dios justiciero, produciendo un rechazo en algunas personas, que les impide ver lo que dice la teología actual.
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Plantearse esta cuestión tendrá como primera consecuencia que pensemos paralelamente qué imagen tenemos de Dios y cuál es nuestra relación con Él. Y en un segundo momento tendremos que plantearnos también como se opera la salvación.
3 opiniones argumentadas
- Kehl Medard
- Profesor de Teología dogmática
- Joseph Aloisius Ratzinger
- Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Católica
- Tomás Muro Ugalde
- Teólogo